Tesis doctoral de E.V.Pita sobre la nueva economía colaborativa de Internet (en el ámbito de la comunicación)
UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA (USC)
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ANÁLISIS DEL CUMPLIMIENTO DE LA LEY DE RENDIMIENTOS DECRECIENTES EN LA
PRODUCCIÓN DE INFORMACIÓN GRATUITA
PARA EL ENTORNO DE INTERNET
CINCO CASOS EN ESTUDIO: EVOLUCIÓN DE 40 WEBS DE PERIODISMO CIUDADANO, LA WIKIPEDIA, MYSPACE, FACEBOOK, CINCO PERIÓDICOS ONLINE GRATUITOS (CHINADAILY, INDIA TIMES, DAILYMAIL, NEW YORK TIMES Y THE GUARDIAN) Y CINCO BLOGS (THE HUFFINGTON POST, TECHCRUNCH, GAWKER, TMZ Y ENGADGET)
E. V. Pita
Xosé López García
Francisco Manuel Campos Freire
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DA COMUNICACIÓN
FACULTADE DE CIENCIAS DA COMUNICACIÓN
Programa de Doutoramento:
Comunicación e Información Contemporánea
SANTIAGO DE COMPOSTELA
MAYO, 2016
La tesis completa en PDF está a disposición de los interesados en el siguiente link de la USC:
Introducción
En el momento de finalizar la redacción de la presente investigación, nos hallamos en un período de transición tecnológica hacia la telefonía móvil 5G de gran velocidad y que está previsto que se popularice entre el 2018 y el 2020. Este trabajo hace referencia a la anterior generación de telecomunicaciones: la 4G, surgida en el 2004 y que permitió el desarrollo de la Web 2.0, las redes sociales y facilitó el periodismo participativo.
El inicio de esta investigación se remonta al 2004, cuando presenté en la facultad de Sociología de la Universidade de A Coruña un proyecto de tesis que fue aprobado en octubre del 2004 y que pretendía estudiar los cambios sociales generados por la tecnología 4G que permitía a los teléfonos móviles enviar fotos por Internet a otro móvil. Por ejemplo, alguien podría fotografiar un producto en una tienda y enviarlo a un conocido para que diese su opinión. Había una intuición generalizada de que el 4G iba a causar transformaciones sociales. El proyecto fue abandonado enseguida porque, en ese momento, las comunicaciones 4G no estaban desarrolladas ni popularizadas y, por lo tanto, la investigación solo se podía basar en expectativas y suposiciones sin que hubiese hechos concretos que analizar. Una década después, es difícil imaginar un mundo sin la tecnología 4G que posibilita la mensajería instantánea, el WhatsApp, la consulta de notificaciones de Facebook en el “smartphone” o la “minería” de datos con el Big Data.
La actual investigación, iniciada en el 2009 en el departamento de Ciencias da Comunicación de la Facultade de Xornalismo de la Universidade de Santiago de Compostela, retoma el estudio de la tecnología 4G pero desde un enfoque periodístico centrado en el uso que le otorgan los ciudadanos a estas innovaciones en la comunicación y en la sostenibilidad de los modelos de información gratuita que surgen en este entorno. El cálculo de la producción de las webs de periodismo ciudadano y los diarios on-line es posible porque los autores archivan su producción de “post” y entradas y ello facilita la medición y cuantificación de su rendimiento y productividad.
Planteamiento general
La figura sobre la que pivotará esta investigación será el lector-participante o el público interactivo que produce el User-Generated Content (UGC), el contenido digital generado por el usuario y que las plataformas y redes sociales gestionan. El ciudadano o, más bien, el eCliente es el nuevo actor que participa en los sistemas de comunicación que han surgido con la expansión de las tecnologías disruptivas del siglo XXI. La irrupción del periodista ciudadano ha transformado el discurso informativo de los media hacia el receptor, que en el siglo XX tenía un sentido monodireccional, y ahora es bidireccional.
El marco o contexto en el que se desarrolla esta investigación es abordado desde cinco puntos de vista o perspectivas. Dicho examen facilitará una visión de conjunto y la definición del problema que nos interesará abordar en la parte empírica. El primer punto de vista abordará el nuevo contexto tecnológico en el que se desarrollan los nuevos modos de periodismo ciudadano, participativo, alternativo o cívico. Se analizará la importancia de la Web 2.0. La aportación de la disciplina tecnológica contribuirá a sopesar la importancia de las redes sociales que van a ser estudiadas. En segundo lugar, se aborda el contexto económico, una disciplina que permitirá conocer el tipo de sociedad en el que se desarrolla el fenómeno de Internet y los cambios sociales que ha generado. En tercer lugar, la perspectiva de la comunicación ayudará a comprender las transformaciones que la Red ha introducido en la teoría de la información para conocer hasta qué punto se han trastocado los papeles de emisor y receptor. En cuarto lugar, se estudiará la crisis del periodismo y su pérdida de credibilidad y de la evolución de la pérdida de ventas del papel. En quinto lugar, se aporta un enfoque periodístico y se abordan los nuevos modelos de creación y gestión de contenidos mediante la participación ciudadana y los contenidos generados por el usuario (UGC), así como sus críticas. La quinta disciplina será legal y explicará qué novedades legislativas han permitido la expansión del fenómeno en estudio. Finalmente, un una visión de conjunto y multidisciplinar enumerará los interrogantes que genera la creación de contenidos.
Todos estos aspectos serán ampliamente analizados y desarrollados en el primer y segundo bloque del cuarto capítulo que encuadra esta investigación en un marco teórico concreto. Los avances generados por la tecnología móvil 4G y de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) permiten intuir el progreso que implicaría la próxima tecnología 5G ultrarrápida y que facilitará la difusión del Internet de las Cosas (IoT), la comunicación entre máquinas (M2M), la industria 4.0 y la Smart Factory.
1. Perspectiva tecnológica: las redes sociales
Si algo caracteriza al cambio tecnológico surgido en la década 2006-2016 es la Web 2.0 y la onmnipresencia del “smartphone” y de las redes sociales como Facebook o Instragram, auténticos iconos de nuestra época junto al iPhone. La importancia de las redes sociales y del grupo conectado ha sido resaltada por los sociólogos y psicólogos Christakis y Fowler (2010): “Creemos que nuestras conexiones con otras personas son lo que más importa y que, al vincular el estudio de los individuos con el estudio de los grupos, la ciencia de las redes sociales tiene mucho que decir sobre la experiencia humana. Es importante estudiar nuestras relaciones con los demás y cómo afectan a nuestras emociones, al sexo, a la salud, a la política, al dinero, a la evolución y a la tecnología. Pero sobre todo lo que nos hace singularmente humanos. Para saber quiénes somos, debemos comprender cómo estamos conectados”.
En la tabla I.1. se puede apreciar cómo ha evolucionado la creación de webs a lo largo del los últimos 20 años.
Tabla. I.1. Número de websites online en el mundo. En millones
Año
|
1991
|
1992
|
1993
|
1994
|
1995
|
1996
|
1997
|
1998
|
1999
|
2000
|
Webs
|
1
|
10
|
130
|
2.738
|
23.500
|
925.000
|
1,1 mill
|
2,4 m.
|
3,1 m.
|
17 m.
|
2001
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
29, 2 m
|
38,7 m
|
40,9 m
|
51,6 m
|
64,7 m
|
85,5 m
|
121,8 m
|
172,3 m
|
238 m
|
206,9 m
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
346 m
|
697 m
|
672,9 m
|
968,8 m
|
1.000 m
|
* m= milllones / Fuente: InternetLiveStats + Netcraft
Gráfica I.1. Evolución del número de websites en el mundo
La gráfica I.1 tiene cierta similitud con la función lineal de la oferta
1 aunque habría que encuadrarla mejor como una función exponencial.
2 En la que más encaja es en una curva de Gompertz
3, que describe situaciones en las cuales se limita el crecimiento. Estas ecuaciones, llamadas curvas logísticas, son de la forma y= A / 1 + CE (-ax), a>0, y tienen muchas aplicaciones para modelar el aprendizaje, ventas de productos nuevos y crecimiento de poblaciones. También vale para describir la propagación de epidemias. A lo largo de este trabajo probablemente aparecerán nuevamente curvas de Gompertz porque lo que describen se parece bastante al fenómeno de Internet: se trata de un producto nuevo que se propaga exponencialmente como si fuese una epidemia y cuya población de usuarios aumenta constantemente. Para probar esta relación entre población y crecimiento de webs podemos comparar las gráficas de evolución de usuarios de Internet con la gráfica de creación de nuevas webs.
Gráfica I.2. Evolución de usuarios de Internet y población mundial
La gráfica I.2 muestra que el crecimiento de la población de usuarios de Internet también crece de forma logarítmica, cuya función básica es y=loga x (a>1)
4. Funciones logarítmicas son, por ejemplo, la evolución de la esperanza de vida o el número de estudiantes con computadora.
5 Se caracterizan porque sus valores crecen con gran rapidez. En cambio, el aumento de población mundial sigue una función lineal.
Kellmer (1999) ve ocho claves para el triunfo de Internet. La descentralización, la participación (de la que hablaron Barbel, Habermas y Dahl) o el “civic conmons” en el ciberespacio, lo que Peter Steiners resumió en el artículo “On the Internet, nobody knows you are a dog”
6, escrito en 1993 en The New Yorker. También hay que tener en cuenta la sostenibilidad de la comunidad, en la que la Red coge lo impersonal de la sociedad y lo lleva a otro nivel, sustituyendo la diluida forma de comunidad social capitalista por las voces reales (Doheny-Farina, 1996). También es importante la globalización (estudiada por Ritzer y Beck), y que David Held define como un proceso que transforma la organización de relaciones sociales y transacciones generando un flujo transcontinental o interregional de redes de actividades, interacción y poder. Tenemos que Internet facilita la globalización porque el consumidor compite mejor con los productos (la ventaja comparativa de Ricardo).
Otro factor es la postindustrialización, un concepto desarrollado por el director del Center of Communication and Civic Engagement
7, Lance Bennett, en su artículo Changing Citizenship in the Digital Age. Ha adaptado su teoría postindustrial para interpretar la actividad en Internet. Sostiene que la actividad individual política no deriva de algo relativo sino de fuentes colectivas institucionales y que está incrementando una materia de su propia expresión y elección de vida. Ve una contradicción entre la apatía de los votantes en las elecciones locales y la fuerte actividad en las redes transnacionales (intercambio global frente a la acción en red). Otro concepto que influye en el auge de Internet es el creciente proceso de racionalización (Ritzer,1999), que se ha convertido en la fuerza dominante en la vida contemporánea, y la gobernanza o interacción entre el Estado y el ciudadano en lo público y privado.
El octavo factor es el auge del libertarismo, una nueva versión del lasser-faire que comparte como principios el respaldo de la asociación voluntaria, la propiedad privada, la desregulación del comercio, y la oposición a que el estado intervenga en cualquier aspecto de la vida (salvo en la protección de los derechos de autor y patentes, aborto, y asuntos militares). La Electronic Frontier Foundation (EFF) es un ejemplo de estas organizaciones que operan como lobbies para defender la privacidad, la propiedad intelectual, la libertad de comunicación y el gobierno de Internet. .
1.1. El auge de la Web 2.0. y las redes sociales
El empresario Tim O'Reilly, fundador de AOL, acuñó en el 2004 el término Web 2.0 para definir la era de la “comunidad virtual” en la que los usuarios generan el contenido en las plataformas, organizan la información mediante etiquetas (“tags” y “hashtags”), los programas informáticos son lanzados en fase beta para que sean testeados por los usuarios, los contenidos se consumen a través de multiplataformas y se almacenan en la “Cloud Computing” (la Nube). La Web 2.0. ha posibilitado el triunfo de redes sociales como Facebook y se basa en la mayor influencia de los usuarios, en una actividad creativa que se retroalimenta y se refuerza, en el incremento de los fans y en la vitalidad de las interacciones entre los internautas. Surge otro concepto que es el “Networking” o habilidad para aprovechar y gestionar los recursos de la red. Algunos de estos cambios han generado controversia, como el hecho de que una compañía sea la responsable de guardar en el ciberespacio la información de su cliente, quien no tiene acceso física a ella. Por ejemplo, Dropbox permite colgar gratis archivos personales en un disco duro en la Nube, lo mismo que el iCloud de Apple, que sirve como copia de seguridad del contenido del “smartphone” iPhone y las “tablets” iPad.
Una parte de este auge de la Web 2.0. se debe a la expansión del uso de las redes sociales desde el 2004 en adelante, con altas cotas de crecimiento en pocos años. Entre los ejemplos más celebrados están plataformas como Google +, Facebook, WhatsApp, Instagram o Twitter, que abarataron las comunicaciones y las hicieron instantáneas y gratuitas. Flores Vivar (2014) define red social como “una enorme estructura social formada por grupos de personas con intereses comunes, pensamientos semejantes, conectadas entre sí y construyendo lazos a través de comunidades”. Para psicólogos como West y Turner (2005), la importancia del grupo social es clave para la realización del individuo y para su interacción con el mundo.
Los nuevos medios online permiten que el receptor participe y dialogue con el emisor a través de las grandes plataformas de Internet en las que convergen herramientas como el vídeo, el blog o bitácora, la fotografía o los mensajes de texto. El usuario tiene voz porque también es emisor y sin coste alguno para él. Ahora existe una retroalimentación entre emisores y receptores y los usuarios, incluso aquellos que cuentan con escasos recursos, difunden su propio contenido y su mensaje se puede convertir en un “meme”
8, un texto o vídeo que llega a ser “trending topic” y alcanza un éxito viral que se replica indefinidamente en las redes sociales.
La tabla I.2. muestra el número de usuarios que navegan por las redes sociales a finales del 2015.
Tabla I.2. Número de usuarios que navegan por las redes sociales
|
Google +
|
Facebook
|
WhatsApp
|
QQ
|
Facebook
Messenger
|
QZone
|
WeChat
|
Instagram
|
Twitter
|
Baidu
Tieba
|
Skype
|
Millones usuarios
|
2.500*
|
1550
|
900
|
800
|
700
|
653
|
650
|
400
|
316
|
300
|
300
|
|
Viber
|
Tumblr
|
Sina Weibo
|
Line
|
Snapchat
|
YY
|
VKontarte
|
Pinterest
|
BBM
|
Linkedln
|
Total usuarios
|
Millones usuarios
|
249
|
230
|
212
|
211
|
200
|
105
|
100
|
100
|
100
|
97
|
9.783
|
7.583 sin Google +
|
*Los expertos sospechan que los datos de Google + están inflados y que solo cuenta con 110 millones de usuarios activos
Las 20 redes sociales más populares cuentan actualmente con una suma de 7.583 millones de usuarios (9.783 si contamos a Google +). Muchos de estos usuarios están creando contenidos para las mismas redes sociales que frecuentan.
De ahí que en la última década haya surgido una nueva fuente de contenidos multimedia: los UGC (User-Generated Contents), que son los productos y mensajes generados por el usuario que participa en su diálogo con los medios de comunicación.
Cada usuario en España dedica una media de 4 horas y media a la semana para navegar por Facebook (tiempo en el que genera “likes”, comentarios y sube fotos). Este sería su tiempo de “producción” dedicado a tareas no remuneradas. No hace falta que sean creativas, su labor puede consistir en prestar puntos o vidas para un videojuego, etiquetar fotos y nombres, compartir contenidos de noticias o “post” para recomendarlos a otros, compartir con sus amigos y grupos los consejos publicitarios, vídeos o imágenes que recibe de otro contribuyendo a que se hagan mensajes virales.
Tabla I.3. Uso del tiempo de usuarios en redes sociales en España (horas a la semana)
Horas/ semana
|
Facebook
|
YouTube
|
Twitter
|
Instagram
|
Pinterest
|
Google +
|
Flickr
|
Promedio
|
2013
|
4,5
|
4,02
|
3,25
|
2,44
|
2,31
|
3,1
|
1,43
|
3,02
|
2014
|
4,31
|
3,34
|
3,09
|
2,57
|
2,38
|
2,34
|
1,37
|
2,51
|
En las redes sociales, el 52 % de los usuarios envía mensajes, el 39 % publica contenidos y el 34 % comenta la actualidad
10. Se puede decir que cuatro de cada 10 usuarios activos está produciendo contenido para las plataformas. La tabla I3 muestra cómo los usuarios de Facebook dedican 4 horas de media a la semana a navegar en esta plataforma mientras que YouTube y Twitter superan las tres horas.
2. Perspectiva económica: La sociedad del rendimiento, el eCliente, el nativo digital y los “millennians”
Esta tesis trata del rendimiento en la sociedad digital. Quizás quien mejor haya entendido la noción actual de rendimiento es el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han (2013:58). Habla de que el trabajo se ha acercado al juego, quita al juego todo lo lúdico y lo convierte en un nuevo trabajo. El jugador se dopa y se explota a sí mismo hasta que se derrumba en ello. La época digital no es la de las musas sino la del rendimiento. El juego mismo se somete a la coacción del rendimiento.
“El imperativo neoliberal del rendimiento transforma el tiempo en tiempo de trabajo, la pausa es solo una fase del tiempo de trabajo. Hoy no tenemos otro tiempo que el del trabajo. Y así lo llevamos con nosotros también a las vacaciones, incluso al sueño. La diversión no es lo otro del trabajo, sino su producto”
11.
Quizás las palabras de Han sean la mejor introducción a la investigación que aquí se va a desarrollar porque los usuarios que disfrutan de su ocio digital están generando un rendimiento, como se verá a continuación.
El enorme flujo de datos de Internet que observamos desde 1996 al 2015 se puede comprender atendiendo a varios factores que han surgido desde los años 80 y que suponen la liberalización del comercio, lo que se ha bautizado como globalización, así como el auge de la economía colaborativa, que comparte datos entre multitudes, y la filosofía de lo gratuito, el coste cero, el todo gratis y el ganador se lo lleva todo.
Pero si analizamos el contexto económico, el escenario de Internet resulta familiar porque se desarrolla en un entorno compatible con los preceptos del pensamiento liberal, neoclásico o de libre mercado. La obsesión de los promotores de la Red por la racionalización, automatización o la férrea competencia son actitudes fácilmente reconocibles en la sociedad occidental de libre mercado. La arquitectura de Internet, tal y como está diseñada, fomenta una especie de orden natural del mercado, una “mano invisible” (Smith, 1776) que facilita el libre intercambio de comunicación y la información entre los consumidores sin intervención estatal para que hagan elecciones racionales de sus productos. Para algunos críticos (Latouche, 2012)
12, Internet no es más que un gran catálogo comercial de compras.
La propia estructura de las redes fomenta una imbatible competencia de precios y la transparencia de las instituciones y administraciones para que exista un libre flujo de datos. Todo esto entronca con un contexto internacional dominado por un proceso de globalización y libre comercio, una aldea global donde los consumidores pueden elegir entre múltiples elecciones y seleccionar la oferta más competitiva. Estamos ante un escenario perfecto de la llamada “ventaja competitiva” (Ricardo, 1817) que permite abaratar los productos al producirlos en el lugar más eficiente del mundo. Internet supone una continua fuerza de “destrucción creativa”, en el sentido schumpenteriano, un ciclo continuo de innovaciones y un entorno que fomenta el auge de los emprendedores. Un horizonte que algunos autores (Ernst Mandel, 1972
13; Toffler, 1986; Rifkin, 2015) encuadran dentro de la llamada Tercera Revolución Industrial, que se caracteriza por el auge del sector informático. Otros autores (Lombardero, 2016:119), ya la denominan la Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0, que se caracteriza por una fábrica virtual formada por una comunidad integrada por docenas o cientos de fábricas enlazadas por una red electrónica sin importar la ubicación. El potencial de la IoT, la M2M y el Big Data no hacen sino acrecentar el avance de esta Industria 4.0.
Este panorama de racionalización y de medición de la productividad resulta familiar porque forma parte de la esencia del sistema capitalista, en el que también entroncan otros fenómenos como el precariado o el prosumidor o el extremo individualismo que se observa en redes del culto al “yo” como Instagram o los “egoblogs”. Y, por último, Internet contribuye a generar un continuo crecimiento económico o, al menos, lo pretende, a través de una mejor oferta y otras eficiencias. A pesar de ello, la Red fue diseñada por funcionarios y profesores que impregnaron su estructura de su propia cultura militar o académica, lo que ha generado una contradicción interna al pretender sacarle provecho comercial sin éxito: ante todo fue creada por personal público para realizar tareas colaborativas de forma gratuita.
Para Banegas (2001), estamos, en realidad, ante una nueva economía de Internet, que es cada vez más importante. Banegas señala
14
“una nueva economía, sustentada por el creciente, y ya muy considerable, peso económico del Hipersector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (HTIC) en la formación de la riqueza nacional y organizada de manera distinta a la del pasado, está adquiriendo carta de naturaleza propia. Tal nueva economía, aunque no escapa por completo de los paradigmas teóricos neoclásicos, sí presenta aspectos novedosos y paradójicos que, posiblemente, no puedan explicarse como meras anomalías de las teorías económicas preexistentes. La nueva economía no representa tanto una alternativa paradigmática a la vieja economía, como una ampliación todavía inexplicada de aquélla. Por tanto, ni la nueva economía sustituye a la antigua, ni ésta puede considerar a aquélla como una mera anomalía circunstancial”.
Otro de los factores revolucionarios de esta nueva economía es la existencia del eCliente (Lombardero, 2016:241), definido como aquel cliente que lleva a cabo sus compras por la web. Señala que los usuarios se han visto obligados a adquirir competencias digitales básicas para desempeñar su trabajo, ocio y vida en general. Han aparecido los conceptos de nativos digitales y emigrantes digitales. Añade que la Web 2.0. supuso la primera gran innovación tecnológica del nuevo siglo, que se convirtió en una red de transmisión de información bidireccional o colaborativa, una herramienta de generación de contenidos y comunicación, y que ha dado lugar a los clientes digitales del siglo XXI, “a los que han permitido conquistar un gran empoderamiento frente a las empresas” (idem). El consumidor ha ganado poder en ese escenario.
El acceso a todo tipo de productos, opiniones y valoraciones de los usuarios, recomendaciones de blogueros y sus experiencias han cambiado el escenario entre empresa y cliente, que ahora tiene gran acceso a la información y ha roto ese desequilibrio en la información asimétrica que manejan las distintas partes de los mercados (un hallazgo que el valió el premio Nobel en el 2001 a George A. Akerlof, A. Michael Spence y Joseph E. Stiglitz).
Hay coincidencia en que nos encontramos ante un caso extremo de economía neoclásica con sus propias peculiaridades, como la supresión de los costes marginales y una competencia perfecta con las distintas partes del mercado con acceso a gran información sobre cada producto y sus precios. Por ejemplo, ya no se paga casi nada por los bits de información (música en MP3, vídeos en formato MVA, etc...) porque es muy fácil de copiar y difundir, y suprime esa fuente de ingresos. Y, por otra parte, el consumidor puede presionar a la baja los precios puede comparar fácilmente una amplia oferta en un mercado global. Estamos ante un mercado liberal ideal o perfecto.
Los individuos tienen ahora más cotas de poder y capacidad de decisión frente a las empresas y los poderes públicos. Los consumidores negocian directamente con los productores. La oferta transparente de productos y servicios a nivel global, las aplicaciones interactivas e influencia de las redes sociales han desplazado el poder de las empresas (que podian controlar la oferta) porque los clientes pueden ahora influir en la demanda (por ejemplo, recomendando un producto a sus amigos de Facebook o criticándolo). Esta capacidad del proconsumidor de recomendar un producto es apoyado por la viralidad de las redes y las opiniones de los usuarios influyen en la decisión de compra en otros (por ejemplo, al contratar un hotel en el extranjero según las recomendaciones y votos que conceden otros consumidores). En este entorno “líquido” (Bauman), las empresas necesitan predecir el comportamiento del eCliente, poco dado a fidelizarse ahora con una marca. Lombardero explica que la solución para reequelibrar este poder del consumidor ha sido el tratamiento masivo de datos (el Big Data), que permite a las empresas dirigir el marketing a segmentos one-to-one (uno a uno) y usar los buscadores para servir publicidad personalizada (2016:245).
Además, las TIC han traído consigo una nueva generación emergente (los nativos digitales y los millennians) que dan un paso más en la innovación productiva y que son enormemente competentes en la economía digital:
“Son jóvenes ambiciosos, con pasión, con comprensión global, totalmente conectados con la tecnología y con expectativas laborales diferentes. Los nativos digitales aprenden con las TIC, juegan y realizan su trabajo de nuevas formas: absorben la información multimedia de imágenes y vídeos igual o mejor que si fuera texto; consumen datos simultáneamente de distintas fuentes y permanecen comunicados permanentemente. Les encanta hacer varias cosas al mismo tiempo: son multitarea. Funcionan mejor trabajando en red” (Lombardero,2016:299; op. cit. Prenski, 2010)
15
Para entender la diferencia generacional, podríamos comparar al oficinista de 1990 y a su hijo nacido en el 2000 con un agricultor de 1810 y su hijo mecánico de trenes de 1840, respectivamente, dos mundos separados por un abismo tecnológico.
Todos estos fenómenos que disparan el volumen de información hasta niveles inconcebibles pueden ser mejor entendidos desde el punto de vista de la microeconomía. A los economistas les llama la atención el tipo de mercado que genera Internet y que esta investigación tendrá en cuenta porque puede dar pistas sobre si existe un rendimiento decreciente en la producción de contenidos en la Red. Internet sigue las pautas de la teoría de la oferta y la demanda (curva OD) pero su peculiaridad es que funciona en un escenario extremo y límite en el que, salvo excepciones
16, la curva de la oferta de contenidos es ilimitada, mucho mayor que la demanda. En otras palabras, hay un exceso de competencia que, necesariamente, tira los precios a la baja hasta reducirlos a cero.
Esta cultura del coste cero es analizada detalladamente por Chris Anderson en “Todo Gratis” (2008) o Rifkin en “La sociedad del coste marginal cero” (2014). Si lo miramos desde el punto de vista del coste, pasa lo mismo, los gastos de producción, en un entorno de libre competencia, tienden a cero y, por tanto, el precio resultante en una curva de oferta y demanda tenderá a cero y será gratis. La teoría es fácil de comprobar si se examinan los precios del libro electrónico, cuyo coste es mínimo, apenas el mantenimiento de la web y el servidor. El salario del autor apenas influye porque o es insignificante o, generalmente, él mismo se autopublica. Las editoriales han intentado vender los libros en forma digital en sus tiendas on line en Internet al mismo precio que el volumen impreso en papel ante una perspectiva de negocio redondo, e incluso probaron a pactar precios, pero, tal y como predecía la teoría, la información electrónica por sí sola sola vale cero porque los bits se pueden copiar millones de veces fácilmente y distribuirlos instantáneamente sin apenas coste. Era una cuestión de tiempo que los precios del libro electrónico se desplomasen a niveles tendentes a cero a pesar del intento de las editoriales de pactar una tarifa mínima o el amago de Amazon de arrastrar al resto de la industria hasta rebajar los precios a 9,99 dólares por ejemplar
17.
La cultura digital y comunitaria en red desafía la economía clásica porque entra en contradicción con las exigencias de rentabilidad para las que no fue diseñada Internet, lo que ha defraudado a muchos emprendedores eufóricos que vieron en la web una fabulosa oportunidad de negocio y de ingresos millonarios. Pero en este tipo de economía, el ganador se lo lleva todo y las grandes beneficiarias han sido las plataformas como Google o Facebook. Han rentabilizado un aspecto de Internet que sí genera dinero: la creación de redes sociales que acogen a millones de usuarios, entre ellos fans, trabajadores creativos o periodistas ciudadanos que vuelcan y comparten altruistamente sus contenidos de opinión pública, artísticos, educativos o de otro tipo. Un contenido que los voluntarios entregan gratuitamente bajo unas leyes de propiedad industrial que serán analizadas en esta tesis y que, todo apunta, están favoreciendo la difusión y aumento de la oferta de contenidos y el abaratamiento de estos.
Pero la idea del todo gratis, que parece ruinosa desde el punto de vista económico, da lugar a un negocio mucho mayor. Del mismo modo que es muy sencillo copiar bits también lo es crearlos. De ahí que hayan proliferado las plataformas de contenidos que agrupan a una gran ejército de reserva de usuarios que vuelcan gratis y constantemente vídeos, fotos y comentarios para nutrir las webs con el contenido que ellos mismos, el público, produce. Como defenderá esta investigación, al cabo de un tiempo, estos creadores dejan de ser productivos y acaban “quemados”, por cansancio o pérdida de interés, pero inmediatamente son reemplazados por otros voluntarios movidos por la codiciosa fiebre del éxito rápido en la web o movidos por causas altruistas hasta que también pierden las esperanzas de triunfar o caen agotados y el ciclo se repite con otra generación de aspirantes. La pregunta que se abordará en esta investigación es si este modelo es sostenible, en qué casos y qué fenómenos se observan en la realidad (IRL).
3. Perspectiva de la comunicación: las multitudes inteligentes
En el año 2025 habrá 100.000 millones de dispositivos electrónicos conectados
18. Un panorama inimaginable a principios de los años 90 del siglo XX. A partir de 1995, las administraciones volcaron sus esfuerzos en una carrera para tender las llamadas autopistas de la información y dotarlas de un veloz ancho de banda para que por ellas fluyeran millones de datos por minuto. Una vez ejecutada la infraestructura, surgió una contradicción que expresó en 1997 el entonces director del Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga), Juan Casares:
“Ya teníamos una superautopista de la información. Ahora vamos a poner los coches. Aunque tengamos una superautopista no sirve de nada si por ella no circulan coches ni hay tráfico. Una mayor actividad en las vías de comunicación digitales supondrán un impulso para la economía”
19.
El Cesga, organismo dependiente de la Xunta de Galicia, se encontraba, al igual que otras administraciones, ante el problema básico de los inicios de Internet: llenar de contenidos la Red para que quienes navegasen velozmente por ella pudiesen consultar o gestionar millones de datos. Sin contenidos, Internet no se popularizaría, sería como una televisión que emitiese cartas de ajuste o un programa de una hora al día. Las empresas que deseaban promocionar su negocio se sumaron pronto a Internet pero la cantidad de contenido resultó ser insuficiente para atraer a la Red a una audiencia masiva que requería productos de entretenimiento variados y de calidad. Para llenar la Red de libros o música, habría que alcanzar onerosos acuerdos con sus autores, cuyas creaciones comercializadas en discos compactos estaban protegidas por las leyes de la propiedad intelectual.
En las siguientes dos décadas, se han sumado a la red 3.200 millones de usuarios de Internet. Son los llamados “Netizens” (ciudadanos de Internet; Pavlik,2005:17). El 44% de la población mundial está conectada. Entre el 2000 y el 2015, el crecimiento de usuarios ha sido del 754 %
20. ¿Cómo surtir de contenidos a una audiencia tan inmensa?
La respuesta hay que buscarla en el concepto de “multitudes inteligentes” (Surowiecky, 2005)
21 o sabiduría de la multitud. Este es un cambio social que define a la era de la Web 2.0 (la generación de Internet surgida desde el 2004 y que propició técnicamente el surgimiento de plataformas como Facebook o Instagram).
Frente a un grupo de ensayistas pesimistas que dan con varias claves de la sociedad “hiperactiva” e “hiperconectada” del siglo XXI surgen otros autores que destacan por vender las virtudes de la colaboración en las comunidades virtuales. Don Tapscott, en “Wikinomics (2006), aborda la nueva economía de las multitudes inteligentes. Sostiene que la colaboración de miles de personas a través de comunidades en línea generan gratis productos de innovación, crecimiento y éxito. Los prosumidores conectados en línea dedican parte de su tiempo libre a buscar planetas extrasolares para colaborar gratis en un proyecto de la NASA o consultan mapas fotografiados desde satélites para localizar minas y colaborar con las compañías privadas que comparten sus mapas geológicos subidos a Internet. Las empresas obtienen grandes beneficios con la ayuda desinteresada de estos miles de buscadores de oro virtuales aunque, generalmente, ofrecen algún premio como incentivo. En los medios de comunicación, señala Tascopp, los prosumidores aportan sus conocimientos y opiniones en los foros de debates, otros suben fotos, documentos y testimonios sobre acontecimientos de importancia informativa.
La clave para la creación a gran escala de contenidos reside en que la valoración de la información ha cambiado sustancialmente desde la popularización de Internet. Cea Esteruelas (2013) retrata esta transformación de la siguiente manera: “La información, que antes solía ser escasa y por lo tanto valiosa, ahora es tan ubicua que pasa a estar casi desprovista de valor”. Añade que la información es un bien económico porque en el mercado adquiere un valor y se monetiza como si fuese una mercancía.
Uno de los cambios de paradigma más importantes ha sido en la teoría de la información de Claude Shannon, que señala que un emisor envía un mensaje al receptor. La señal va en una sola dirección por un único canal, de la fuente al receptor. Es el discurso de un periódico o la televisión hacia su público. La irrupción de Internet permite que los integrantes en la comunicación establezcan un circuito de retroalimentación de forma que el receptor mejore su papel y también participe en la comunicación porque el canal es bidireccional, lo que implica una reacción por parte del receptor del mensaje y una o varias interpretaciones, una interacción permanente y circular en la que pueden cambiar las reglas.
Figura I.1. Diagrama de Claude E. Shannon de su teoría de la Comunicación
22
Según Shannon, la fuente de información es el individuo o la máquina que genera el mensaje, el cual puede ser simplemente una secuencia de caracteres. La figura I.1 muestra que el proceso por el que el transmisor opera en el mensaje en cierta manera, lo codifica, para producir la señal adecuada. El canal es el medio utilizado para transmitir la señal, el receptor invierte la operación del transmisor y descodifica el mensaje y el destino es la persona o cosa sita al otro extremo.
En este modelo anterior a Internet, la fuente de información emite un mensaje al destinatario a través de un canal unidireccional. Es el sistema mediante el cual los grandes medios de comunicación como la radio, la televisión o la prensa envían sus mensajes a la audiencia pasiva. Distintos autores señalan que así funciona la base del adoctrinamiento ideológico de las masas, de la emisión de un discurso homogéneo al público que lo percibe pasivamente. En este esquema se basaron las primeras webs, que no permitían la interacción con su audiencia, antes de que se convirtiesen en interactivas mediante la participación en foros o comentarios.
Peñafiel (2015:84) señala cómo el periodismo ha evolucionado; de prácticas periodísticas convencionales dirigidas unilateralmente a la audiencia –y a través de medios masivos– se pasó al periodismo 1.0, que traspasa informaciones de los medios tradicionales a la Red; después llegó el periodismo 2.0, que elabora contenidos en y para la Red sumando características de hipertextualidad, interactividad, multimedia, presencia activa y estratégica en las redes y medios sociales; y ya se ha instalado el periodismo 3.0, donde se rinde tributo a la socialización de la información por los ciudadanos a través de medios digitales con criterios sociales y con un alto grado de comunicación interpersonal.
El hipertexto y otras innovaciones relacionadas con Internet han transformado la teoría de la información en el sentido en que ahora el público no es un mero destinatario sino también un emisor de contenidos, hay una retroalimentación, una conversación. Ha habido un cambio de paradigma que podemos visualizar en el siguiente gráfico.
Figura I.2. Comunicación interactiva. Cambio de paradigma en teoría de comunicación
23
Las posibilidades técnicas de Internet permiten la comunicación en red, de forma que la audiencia se convierta también en emisor. El problema estriba en que el canal sigue siendo propiedad de la fuente de la información. Por eso, los contenidos UGC que genera la audiencia son previamente procesados por el dueño del canal (lo que se denomina editar o labor de “curator”) y el mensaje final es devuelto por el mismo canal a todos los destinatarios. No hay una conversación directa entre destinatario y audiencia-emisor porque para hacerlo primero debe ser mediado por el dueño del canal, llámese Facebook, Google o una plataforma de periodismo ciudadano. Sí funciona cuando la fuente de información y el receptor coinciden (caso de un bloguero que tiene su propio servidor). No obstante, otros autores (Campos y Rúas, 2015:77) advierten que el paradigma del User-Generated Content ha dado paso al del User-Distributed Content.
“La investigación sobre el periodismo ciudadano tiene un marco de referencia mayor desde el concepto de contenido generado por el usuario […]. Sin embargo, hay un escenario más rentable y menos explorado desde el punto de vista de los medios: los flujos de la comunicación periodística cuando es la propia audiencia la que se encarga de difundir la información. En otras palabras, el contenido distribuido por el usuario (user-distribuited content). La distribución de esos contenidos, en un escenario mediático cada vez más ubicuo, móvil y multiplataforma, cuando menos parece tener la misma importancia estratégica para los medios, si no más”.
Uno de los autores que mejor han comprendido el negocio que hay detrás de la información es Chris Anderson (2013:97-98), quien se ha dado cuenta de que Internet puede llegar a todas las audiencias posibles. Se basa en su teoría del Long Tail (Larga Cola de mercado)
24 para señalar que la auténtica revolución de la Web no consiste en que el consumidor pueda comprar cosas con una mayor oferta, sino hacer cosas que otros puedan consumir. La generalización de las cámaras digitales supone una explosión de vídeos que YouTube puede distribuir, y las herramientas digitales para el ordenador personal hicieron lo mismo con la música, la edición y la creación de software. El acceso a herramientas poderosas y a los medios de distribución ya no era una barrera contra la participación.
“Si tenías talento y empuje podías encontrar audiencia si no trabajabas para la empresa adecuada o no tenías las cualificaciones adecuadas. La Web no compite con los bienes comerciales por dinero, pero compite por tiempo. El mayor cambio de la década pasada ha sido el cambio en el tiempo que la gente invierte en consumir contenidos amateurs en lugar de contenidos profesionales. El ascenso de Facebook, Tumblr, Pinterest, etc... implica únicamente el desplazamiento masivo de la atención desde las empresas de contenidos comerciales del siglo XX hacia las empresas de contenidos amateurs del siglo XXI”, dice Anderson (2013).
A día de hoy, hay mil millones de webs, muchas de ellas realizadas por aficionados. Hay “sobreabundancia informativa”, en palabras de Dader (2009)
25. Se ha impuesto una solución insólita: las audiencias han participado en el proceso de creación y los usuarios y consumidores han asumido la ingente tarea de volcar el contenido a la red, una información que ellos mismos generan voluntariamente, sin exigir derechos de propiedad y gratuitamente. El público se ha convertido en un “cazador” de informaciones (Byung-Chul Han, 2013:66) y su “smartphone” y el ratón del ordenador son su arco y flechas. Se trata de millones de datos, vídeos, fotografías, comentarios o noticias de actualidad subidos a la Red por los usuarios y que circulan por la autopista de la información de forma accesible a todo el mundo. De ahí que hayan surgido nuevas figuras de participación ciudadana como el periodismo ciudadano. Algunos autores como Fuchs (2014) ya definen a estos participantes explotados por las grandes plataformas de Internet como una nueva clase de proletariado: el precariado. Otros, como Florida (2009), prefieren denominarla la nueva “clase creativa”.
Marshall McLuhan fue, hace casi medio siglo, uno de los que primero intuyó la transformación que estaba operando en la nueva sociedad electrónica. En los medios tradicionales de comunicación de masas, los periódicos, radios y televisiones emitían un discurso dominante y unidireccional a través de los canales de su propiedad a un alto coste económico como bien ilustra McLuhan (1969) en su lema “El medio es el mensaje”
26. En el sentido de McLuhan, Internet también sería una extensión del hombre como el periódico, la radio o la televisión. En los años 60, el modelo periodístico era una producción en masa que convertía a las redacciones en una fábrica en la que se modelaba en un régimen casi de monopolio un producto informativo estándar y uniforme destinado al consumo masivo de un público general. Hay que precisar que la audiencia a la que se dirigían estos productos mediáticos eran espectadores o lectores anónimos, algo que ha cambiado con la irrupción del “enjambre digital” (Han, 2013). Ahora, la audiencia, el homus digitalis, no es “un nadie” sino que es “un alguien” perfectamente identificada a través de su perfil de Internet. Se trata de un “alguien anónimo”
27 que no se congrega en estadios ni anfiteatros sino unos hikikomoris
28 que se sientan solitarios ante su monitor. Incluso las llamadas “multitudes inteligentes” son “fugaces e inestables” como “en los rebaños constituidos por animales” y actúan de forma “carnavalesca, lúdica y no vinculante”. El enjambre digital se distingue de la masa de trabajadores en que esta última es una masa estable unida por una ideología y es capaz de emprender una acción común.
Pese a las críticas filosóficas, gran parte de los autores celebran este cambio de paradigma en la comunicación. Tubella (2012:10) se sorprende de que en apenas 10 años hayan surgido fenómenos como Twitter o Facebook que han posibilitado la Primavera Árabe o las protestas del 15-M en la Puerta del Sol en Madrid. Pero, ante todo, destaca el carácter “autocomunicativo” de las audiencias, que generan listas de reproducción de contenidos audiovisuales (playlist) elaboradas por los propios usuarios (Spotify, ShowYou), servicios híbridos P2P
29 (Voddler, Joost), redes colaborativas de creadores y productores culturales al margen de sistemas industriales corporativos (Flatter, Sound Cloud) o la existencia de lectores que editan las noticias que leen. Se trata de “New Media” que se interrelacionan y convergen (Tubella, 2012:75) y generan comunidades virtuales, sociabilidad en línea o blogidentidades.
4. Perspectiva periodística: La crisis del periodismo impreso
La primera víctima de estas transformaciones tecnológicas, de la llegada de “prosumidores” y de la expansión de los diarios on line ha sido el periodismo impreso. Las jornadas celebradas en Santiago de Compostela el 16 de marzo del 2013, Cultura Impresa en la Red: Gratis Total, abordaron la situación paradójica en la que los lectores se han convertido en competidores de los periodistas. Luis Basest, en su libro "El último que apague la luz" (2013) habla de que las rotativas y kioskos desaparecen y los periodistas son reemplazados por los lectores. Y Juan Cruz replicó que ojalá no tenga razón todavía. En la presentación de las jornadas, Francisco Campos indicó que
“lo complicado es adaptar la participación del usuario al modelo de negocio y de pago digital”.
Intervinieron representantes de dos plataformas digitales, como Órbyt o Kiosko que compaginan el pago de publicidad y de usuarios. Según Rafael Cabarcos, el perfil profesional del periodista también debe adaptarse al nuevo modelo de ecosistema digital. Según los expertos, la transformación del negocio no es fruto de una burbuja sino que aún quedan fortalezas como las cabeceras importantes y un sector publicitario importante. “Es algo que no se pincha”, dijo Cabarcos esperanzado.
La crisis del periodismo fue diagnosticada por el profesor Philip Meyer en el 2004. Emitió en el libro The Vanishing Newspaper: Saving Journalism in the Information Age una afirmación premonitoria: en el 2043 habrán desaparecido los últimos lectores de prensa diaria. Díaz Nosty (2013:4) aclara que la muerte anunciada de la prensa solo aparece insinuada en una referencia proyectiva de un gráfico sobre difusión de prensa. Más adelante, Meyer (2014:16) recogió en un segundo gráfico la caída de la credibilidad del medio, con una regresión anual de 0,83 puntos, que llevaría a la pérdida absoluta de confianza de los lectores en el 2015. Según resume Nosty (2013:5)
“la pérdida de credibilidad de la prensa acentúa la crisis de identidad del medio, y se superpone con el resto de las circunstancias que describen su declive y le restan capacidad de intervención en la búsqueda de nuevas soluciones. Quienes especulan con la muerte del periodismo, también vinculan el colapso a las consecuencias de su condición de extensión y portavoz de formas de poder en crisis”.
30
Por ejemplo, en 1985, el 34 % de la opinión pública de Estados Unidos percibía la publicación de noticias inexactas, en 2011 el porcentaje prácticamente se duplicó (66 %). El 63 % creía que la información periodística estaba orientada políticamente y un 80 % afirmaba que, con frecuencia, estaba subordinada a las presiones del poder político y económico (27 puntos más que en 1985). También aumentaron de manera significativa otros aspectos que presuponen degradación de la calidad y de los valores éticos del medio. Sin embargo, Nosty cree que la crisis del periódico es una “crisis sistémica” (Beckett, 2008)
31 que abarca la pérdida de confianza de las instituciones, pérdida de credibilidad de los políticos y reflejo de opiniones que denotan la presión social ante el fin de ciclo industrial. A ello se suma la progresiva emancipación de las audiencias a través de “soluciones poco depuradas”.
32 La fuga de la audiencia de la prensa se habría iniciado en 1985 (Nosty, 2014:12) pero no se notó hasta diez años después, se hizo crítica a los 20 años y
“hoy nadie sostiene la viabilidad de la prensa más allá de un medio plazo de progresiva decadencia”.
Para comprender la magnitud de la crisis periodística basta con examinar las siguientes tablas I.4 e I.5., en las que se puede observar la evolución de ventas de ejemplares de periódicos en las distintas regiones del mundo y en España.
Tabla I.4. Circulación de ejemplares de periódicos impresos en el mundo
Año
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
Ejemplares (millones)
|
518
|
538
|
540
|
528
|
519
589
|
592
|
616
|
645
|
686
|
-
|
En contra de lo que se cree, la venta de periódicos impresos mundial aumenta desde hace una década, al pasar de 518 millones de ejemplares a 686, lo que supone un incremento de 168 millones, con un 26 % de aumento en diez años. Pero si se estudia el crecimiento por regiones del mundo, observamos que la crisis se centra especialmente en el área occidental, tal y como muestra la tabla I.5.
Tabla I.5. Cambios en la circulación de la prensa por áreas del mundo
Región del mundo
|
Asia
|
África-Mena
|
Lationamérica
|
Norteamérica
|
Europa
|
Australia
|
Crecimiento hace un año
|
9,8 %
|
1,2 %
|
0,6 %
|
-1,3 %
|
- 4,5 %
|
-5,3
|
Crecimiento en 5 años
|
32,7 %
|
3,7 %
|
2,9 %
|
-8, 7%
|
- 21,3 %
|
-22,3 %
|
En la tabla I.5. se observa cómo las regiones de Asia, África y Latinoamérica (zonas económicas emergentes en las que ha nacido una nueva clase media) la prensa de papel experimenta incrementos, del 32,7% en el caso de Asia en cinco años. Todo lo contrario ocurre con Europa, donde la circulación del papel ha caído un 21,3 % en cinco años, o en Australia, con caídas del 22,3 %, y Norteamérica, con un desplome del 8,7 % en un lustro. Entre los diez diarios más vendidos del mundo, solo figura uno occidental, el USA Today (4,13 millones de ejemplares). El resto son de Japón, India o China.
Tabla I.6. Evolución de la difusión de la prensa de papel en España (AIMC)
|
2000
|
2001
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
Ejemplares (millones)
|
3,92
|
3,89
|
3,94
|
3,99
|
4,05
|
3,99
|
3,92
|
3,96
|
3,96
|
3,69
|
3,59
|
3,3
|
En España, la difusión de ejemplares descendió más de un 15 % desde el 2000 al 2011, y un 20 % desde el 2004 (el “techo”). El número de lectores por ejemplar ha subido a seis. El tiempo medio de lectura de los diarios ha descendido de 15 minutos en 1999 a 10 minutos en el 2015.
La tabla I.7. muestra lo que ocurre con los medios de información digital tanto en el mundo como en España.
Tabla I.7. Audiencia global de los medios digitales
Año
|
Marzo 2013
|
Marzo 2014
|
Marzo 2015
|
Visitas únicas (en millones)
|
660
|
812
|
771
|
Aumento en %
|
-
|
23 %
|
-5 %
|
La audiencia digital en el mundo creció en 152 millones de usuarios entre el 2013 y 2014, un aumento del 23 %. En el 2015, descendió un 5%, lo que WAN-IFRA justifica porque muchos usuarios gastan ahora más tiempo con sus “smartphones”.
Tabla I.8. Audiencia digital de prensa diaria en España (EGM)
|
2001
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2015
|
Lectores (millones)
|
2,15
|
2,53
|
3,32
|
4,35
|
4,76
|
5,18
|
6,42
|
7,77
|
9,26
|
10,7
|
15,4
|
Fuente: Lectores de prensa digital en España (EGM) y AIMC (2015)
Entre el 2001 y el 2015, la audiencia de información general en Internet en España ha pasado de 2,15 lectores a 15,4, lo que supone un aumento del 633 %. El tiempo medio diario de consulta en Internet ha pasado de 5 minutos en el año 2000 a 102 minutos en el 2015, pero la mayor parte se dedica a la mensajería instantánea, búsqueda de información, correo electrónico y redes sociales.
El estudio anual World Press Trends 2014 de WAN-IFRA muestra una radiografía del sector periodístico que revela la creciente importancia del contenido digital. Más de la mitad de la población adulta del mundo lee un diario en papel, un total de 2,5 mil millones de personas, y más de 800 millones en forma digital. A pesar de lo que se ha hablado de la crisis económica del periodismo, la industria de la prensa genera más de 160.000 millones de dólares en ingresos a nivel global por las ventas de contenidos, a lo que se suma el dinero de la publicidad y otras fuentes diversificadas. A pesar de que la audiencia digital genera ingresos que están creciendo sustancialmente, el 93 % de la facturación de las compañías periodísticas a nivel mundial siguen procediendo de la impresión. Sin embargo, es evidente el rápido avance de la prensa digital, pues un año antes, tenía una audiencia de 600 millones de personas. Hay que tener en cuenta que los diarios digitales eluden la ley de los yogures caducados que afecta a la prensa en papel (Casinos, 2013), por la que la información que se publica impresa ya no interesa a nadie porque el lector la conoce desde el día anterior a través de la televisión o Internet. Vender prensa en papel es como vender yogures caducados, a no ser que se haga un periodismo de análisis o en profundidad sobre un asunto que el lector ya conoce. Los diarios digitales, por el contrario, ofrecen información con inmediatez y de forma barata. La circulación de diarios digitales de pago creció un 2.000 % en cinco años, pero desde un nivel muy bajo. La audiencia en los periódicos decae cada año por tratarse de mercados maduros pero crece en los países emergentes asiáticos y latinoamericanos a ritmos del 17 % anual donde ha surgido una clase media.
4.1. Teorías sobre la crisis de la prensa
Las razones del desplome de la prensa diaria son diversas. Joaquín Marqués Pascual, autor de la tesis “La caída de difusión en los diarios de pago. Principales causas y su relevancia en el caso español” (2010)
33, sostiene que el índice de lectura de la prensa no ha descendido sino solo las ventas, algo atribuible a que las clases altas son las mayores consumidoras de Internet y han cambiado antes sus hábitos de consumo que las clases bajas, que no disponen de recursos para financiar el acceso a Internet. No ve relación del descenso de las ventas con una menor renta disponible en la década 2000-2010.
“Las causas del descenso de ventas, hemos de ir a buscarlas fundamentalmente a dos factores: la popularización de los servicios de banda ancha entre la población está conduciendo a la sociedad hacia un cambio en el hábito de lectura de diarios, que se manifiesta de manera más intensa en las generaciones más jóvenes, que han interiorizado que el consumo de noticias es una commodity y no estando dispuestos de manera mayoritaria a pagar por ellas, con la excepción de algunos grupos muy concretos que sí lo hacen porque el valor añadido recibido es percibido como muy alto para ellos” Marqués Pascual (2010:328).
La crisis económica que se empezó a manifestar en el 2008 no la ve como determinante en la caída del consumo tras estudiar la correlación.
Es innegable una crisis del periodismo (Álvarez Teijeiro, 2000) que según Rosen se basa en cinco aspectos (crisis económica, caída del índice de lectura, crisis política y desconfianza de los medios, crisis laboral del periodista y de su credibilidad, crisis espiritual de los profesionales de la información). Para la periodista francesa Julia Cagé (2016), la crisis del periodismo se debe a varios procesos consecutivos: 1) la pérdida constante de publicidad desde 1950 a causa de la competencia de la radio y la televisión, 2) la pérdida de credibilidad por parte del público desde los años 80 y 90 al entrar grandes inversores en busca de rentabilidad rápida que apostaron por el periodismo de entretenimiento e invirtieron en maquinaria y no en redacciones; 3) la Gran Crisis iniciada en el 2008, que no ve decisiva y finalmente, 4) la producción de contenidos en Internet que se brindan gratis al público con la “ilusión” de obtener futuros beneficios publicitarios.
El nuevo periodismo parece bastante alejado del viejo oficio del artesano de la información, como lo habría imaginado Sennett. El periodista tradicional habría llegado a su fin con la irrupción de la era digital y una nueva cultura del capitalismo que promueve la automatización y la eficiencia frente al “buen hacer”. El proceso para crear y difundir la información se ha automatizado y una noticia puede ser “clonada” por Twitter y a su vez ese fragmento de texto en incorporado a las listas de noticias automáticas de Google o Facebook.
Cagé ahonda en las causas de la crisis de la prensa, al menos en Occidente. Busca pistas en la caída de publicidad progresivamente desde los años 50, con la irrupción de la radio y la televisión. La prensa local dejó de ser el gran negocio que era. Recordemos que, en sus orígenes en el siglo XVII, el éxito de la prensa llegó cuando empezó a publicar anuncios y avisos.
4.1.1. La Macdonalización del periodismo
A la crisis publicitaria, se suma una crisis de contenido desde los años 90, cuando grupos de comunicación (como el de Murdoch) iniciaron la “macdonalización” de la prensa: la plantilla de las redacciones locales fue reducida a lo mínimo y los contenidos se estandarizaron. Es el fenómeno que Franklin (2005:137-149) bautizó como McJournalism, un concepto que critica la profusión de McJobs en prensa. El perfil de un McDiario es un formato tabloide, grandes titulares y mayor énfasis en ellos, titulares (punny) humorísticos, titulares sensacionalistas en pocas palabras, historias cortas y grandes fotos a color. Las noticias internacionales van resumidas en una columna, para leer en un minuto. El ejemplo sería USA Today. El resultado de esta eficiencia es una "homogeneidad" en todos los diarios del grupo en cuestión, que puede comprender 200 o más diarios con el mismo contenido standard. Ello conlleva recortes en las plantilas, pobres condiciones del servicio y otras precariedades. También se ha centralizado el trabajo del subeditor para revisar títulos remotos. El objetivo ha sido reducir el llamado periodismo "de casa".
Dentro de este concepto de cadena de producción fordista o toyotista, el McJournalism ha llegado a calcular el tiempo que un redactor necesita para escribir una historia: por ejemplo, 45 minutos por una historia y 40 historias a la semana. Las historias locales siguen pero junto a historias de interés humano general que no aburran al lector.
Como también se produce una convergencia digital, los periodistas deben ser multitarea, han de portar cámara digital, ordenadores portátiles, modems, móviles a los eventos que van a cubrir y los envíen en segundos. Es el llamado MOJO (Movil Journalism). Franklin pone como ejemplo que el tabloide inglés más vendido solo tiene una decena de periodistas repartidos por Londres y en las ediciones locales de Manchester. Los periodistas no están "on the road" sino sentados junto a Internet haciendo rastreos en las webs. “A largo plazo, perderán lectores”, auguró Franklin.
Cagé incide un decenio después en esta prensa fordista. Cientos de periódicos en el mismo país publican las mismas noticias porque pertenecían al mismo grupo, que apostaba por la reducción de costes de escala. A todo ello, sostiene esta autora, se suma que desde los años 90, se apostó más por la presencia visual, la maquetación y el diseño que por el contenido. Recordemos que un estudio de la Universidad de Navarra señalaba hace diez años que la mayor habilidad de un periodista era diseñar maquetas visuales. Otros apostaron por competir con la televisión, con grandes páginas a color y fotos vistosas. Los editores realizan desde hace 20 años fuertes inversiones para modernizar la maquinaria y la informatización de su redacción, lo que ha atado a algunos medios de comunicación a los grandes bancos, de modo que los lectores empiezan a sospechar que las noticias económicas suelen reflejar exactamente lo que el banco considera qué está pasando. El resultado ha sido una progresiva pérdida de audiencia por falta de credibilidad de los medios, dice Cagé. Otros autores, como se verá, inciden en esta pérdida de credibilidad de la prensa tradicional por otros motivos.
La misma autora francesa considera que la llegada de Internet y la difusión de contenidos gratuitos en la red ha dado el golpe de gracia a los periódicos, que ignoran cómo monetizar los contenidos que vuelcan en Internet. La prensa asiste atónita a cómo las informaciones que tanto le cuesta obtener y publicar se difunden impunemente en minutos en la Red y las grandes plataformas explotan esos contenidos sin repartir el beneficio.
En este contexto de crisis, Cagé argumenta que los periódicos entran en un bucle por el que sacrifican plantilla para ahorrar costes pero, con ello, rebajan la calidad en la información, lo que a su vez reduce aún más las ventas. El ciclo continúa con más despidos y una mayor precarización. La competencia entre medios no ha servido para aumentar las plantillas porque, cuando surge un nuevo medio, el mismo número de periodistas se redistribuye sin que se genere más empleo, según un informe que abarca desde la postguerra al 2015.
Otro factor es el declive del trabajo del periodista profesional por la flexibilización y precarización pero también porque los redactores usan y manejan la misma información. Es lo que algunos autores denominan como redundancia de periodistas. La mayoría de las noticias on line son comentarios de noticias originales, algo que se atribuye a la caída de la profesión periodística (Jay Rosen, ICA, 2009).
Otros autores buscan más causas de la crisis del periodismo y llegan a la conclusión de que procede de una progresiva pérdida de credibilidad en los últimos 20 años.
La era digital tampoco ha supuesto una mejoría porque Internet ha sido el instrumento perfecto para el sistema de producción periodístico. La cultura de trabajo de Internet está en línea con otros sectores industriales, los cuales han de ser contextualizados dentro de un cambio cultural del capitalismo (Sennet) que apuesta por la reducción de costes. Pero lo más sorprendente es que Internet ha transformado el modelo de producción de masas por otro sistema en el que el cliente puede personalizar una mayor gama de productos diversificados y participar él mismo en el proceso de elaboración de productos y que, como se verá luego, ha dado lugar a la profusión del periodismo cívico.
En este sentido, autores como Jeff Jarvis (2015) también auguran el fin de los medios de comunicación pero apuestan por lo hiperlocal, por acercarse a lo que necesita el ciudadano más a mano, una especie de vuelta al barrio. Jarvis, a través de la Tow-Knight Center for Enterpreneurial Journalism (conocida como Comisión Knight) del CUNY (Escuela de Periodismo de NYC), apunta a un nuevo modelo de periodismo cuyo objetivo sea hallar un soporte sostenible y rentable para la información. Define el periodismo como el ayudar a una comunidad a organizar mejor sus conocimientos de manera que pueda organizarse mejor. “Servimos a ciudadanos y comunidades”, afirma.
La rentabilidad podría llegar de empresas de información postmonopolio más pequeñas que se centran donde el periodismo aporta valor al conocimiento de una comunidad y solo entonces cabe plantearse cómo puede extraer valor para su sostenimiento. Jarvis afirma que dicho valor está más allá de los contenidos, la publicidad y la distribución sino que la información debería ser un servicio que ayuda a las personas a alcanzar sus objetivos. Propone dar preferencia al valor sobre el volumen y mantener los valores periodísticos de rigurosidad, justicia e integridad.
“La pregunta clave que deben hacerse los periodistas es: cómo añadir valor al flujo de información en una comunidad, flujo que no tendría lugar sin mediadores (medios de comunicación)”
Esta investigación intentará averiguar la causa de este y otros declives de los medios de información gratuita pero un factor a tener en cuenta es que, en determinado punto de la curva de crecimiento, la falta de incentivo económico supera el ánimo altruista de colaborar. La falta de incentivos está relacionada con la propia naturaleza de Internet que limita a cero las ganancias (salvo para los ganadores) y por los obstáculos legales para obtener los derechos de propiedad intelectual sobre la propia creación.
4.2. Propuestas para salir de la crisis de la prensa de papel
Cagé (2015) concluye que para salvar a los medios de comunicación es necesario que la prensa busque nuevas fuentes de financiación. Propone que el dinero sea donado por fundaciones para apoyar la ejecución de proyectos de investigación de gran interés social. Pone como ejemplo que la serie de artículos de calidad surgidos de la investigación desarrollada por cuatro reporteros del Boston Globe
34, que destapó el escándalo de pederastia en la iglesia americana, costó un millón de dólares y ocupó durante medio año a sus redactores, a los que hubo que pagar sus salarios sin publicar nada (la inversión se rentabilizó con grandes ventas con la explotación del material recopilado durante semanas y que les supuso un premio Putlizer). Hay otros ejemplos, como Propublica, financiada por unos benefactores multimillonarios.
Otros autores, como Yuste y Cabrera (2013), proponen la “reinvención” del periodista despedido de las viejas redacciones para reciclarse como un emprendedor con una nueva identidad digital en los canales y redes sociales a las que puede aportar valor. En el mercado laboral, dicen las autoras, surgen nuevos oficios como el community manager, el analista de grandes bancos de datos, el “brand journalism” para generar valor de marca, o el “content curator” (curador o editor de contenidos).
35 Para financiar sus proyectos, este periodista-emprendedor podría recurrir al crowdfunding o los aportes de socios. También surge otro concepto basado en el capitalismo “reputacional” (Jesús Timoteo Álvarez
36), un motor sobre el que se basa toda la expansión de los blogs.
Por su parte, el informe de WAN-IFRA Trends in Newsrooms del 2014 ve un resurgir del periodismo de investigación y de la colaboración global sin precedentes entre varias publicaciones de primer orden para sacar a la luz las filtraciones de Edward Snowden. La reacción ha sido un contraataque del Estado que intenta extender su vigilancia. La WAN-IFRA cree que está en riesgo la confianza del público en el periodismo y la libertad de prensa que tanto ha costado lograr y las nuevas tensiones han llegado a las democracias establecidas. Por otra parte, admite que los avances incesantes en la tecnología digital continúan la redefinición de la sala de redacción. Afectan a la forma en que los periodistas se organizan, involucran con el público, encuentran y verifican el contenido cada vez más diverso de sus historias. La WAN-IFRA concluye que la inclinación prioritaria hacia el entorno digital ha mostrado cuántas prácticas necesitan revisión urgente, los códigos éticos precisan ser actualizados y ven adecuado introducir nuevas habilidades para que los productores de noticias sigan siendo competitivos y relevantes. El resultado, anticipa la WTA-IFRA, será un espacio único para la creación, innovación y reinvención.
5. Perspectiva comunitaria: la participación ciudadana y los UGC
La realidad es que la tradicional división de trabajo entre los medios y su audiencia se ha volatilizado en solo dos décadas. El hombre de la calle, con un simple “smartphone” que lleva en el bolsillo trasero de su pantalón pueden volcar una ingente cantidad de contenidos creativos que no son remunerados porque la competencia es global y el valor de la información se acerca a cero.
Incluso antes de la automatización de los procesos de la prensa y luego de su versión digital en Internet, coexistían viejos redactores que creían en su oficio, artesanos al modo que los define el sociólogo Sennett
37, y que se preocupaban por el acabado del producto final. Eso fue antes de que, como en el resto de las industrias, el artesano, el panadero, fuese reemplazado por un peón sin formación cuya misión era atender múltiples tareas en el tablero de mandos y pulsar el botón de la máquina automatizada que ofrecía toda una gama y variedad de productos. Siguiendo el argumento de Sennet, en el caso digital, la figura del peón no cualificado bien podría ser el propio público que nutre de contenidos a las plataformas sociales. Este nuevo creador de contenidos en precario y sin formación encaja perfectamente con el ya mencionado proceso de “macdonalización del periodismo”.
38 En todo caso, como cuentan Jarvis (2010) y Auletta (2011), los milagros en el mundo digital existen y Google tiene capacidad para difundir una información local elaborada por un artesano y convertirla en global. Su sistema de búsquedas ha dado visibilidad global, por ejemplo, a un comerciantes de vino de San Francisco que grabó un vídeo dando consejos sobre qué caldo elegir y obtuvo un gran éxito mundial que jamás habría soñado con una reseña semanal en su diario local.
A partir de esta cadena de crisis del periodismo surge una nueva figura: el Periodismo Cívico, a través del cual emana la información genuina, fecunda, la “reliable information” a la que se refería Dewey, surge no del distanciamiento (detachment) sino del acercamiento a los intereses de la comunidad y de la creación de ámbitos comunicativos que propician la participación ciudadana en el debate comunitario de esos mismos intereses. Participación que, en el decir de Bell, estaría llamada a ser el marco rector de la vida política en las sociedades post-industriales.
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Dentro de este contexto, han surgido en los últimos quince años numerosas webs especializadas en periodismo ciudadano siendo algunas de las más conocidas y de mayor éxito el Examiner, de San Francisco, Demotix-Corbis, agencia especializada en fotografía callejera que revende las imágenes a las agencias, así como Newsmodo, Citizen News Service (CNS) y la Agencia de la Buena Noticia Guajuviras, de Brasil, esta última volcada en problemática social. En el caso de Demotix-Corbis, en el 2016 fue adquirida por la china Visual China Group (VCG), y sus 50 millones de imágenes libres de derechos fueron “migradas” a Getty Images Affiliates.
Teóricos del periodismo como Dam Gillmor o Jeff Harvis han puesto sus esperanzas en la figura del periodismo ciudadano, cuya voz independiente se amplifica a través de los blogs, Twitter, Facebook y otras redes sociales de Internet. Merrit (Teijeiro, 2000) define así al Periodismo Cívico:
“Estamos tratando de ayudar a que los ciudadanos se involucren en la vida pública de la democracia; necesitamos llevar a cabo este cambio de maneras que sean, en sí mismas, maneras públicas de hacer, es decir, porque queremos hacer públicos los valores en los que basamos nuestras decisiones periodísticas; y porque los valores en los que basamos nuestra decisión de cambio deben ser valores públicos en el sentido de valores que reflejen nuestra preocupación por la vitalidad de la vida pública. A partir de todo esto se podría definir al Periodismo Cívico como periodismo hecho de forma tal que estimule y aliente a los ciudadanos a volver a involucrarse en la vida democrática”.
Autores como Johnson (2013) consideran que el periodismo basado en “redes de pares”, de información transmitida de “par a par” (PertoPer, P2P), entre ciudadanos iguales entre sí, supone un gran progreso para la comunicación por ser descentralizado en el sentido del sistema de control de precios de F. Hayek
40. Johnson considera que el intercambio de información se basa en la construcción de redes de pares en la educación, la sanidad, la gestión de los ayuntamientos, las empresas privadas o los organismos estatales.
A nivel práctico, Allam Stuart (2009) ve al periodista ciudadano como acciones espontáneas de la gente común, testigos atrapados en acontecimientos extraordinarios, que se sintieron obligados a adoptar el papel de un reportero de noticias. Encuentra ejemplos en Estados Unidos, Reino Unido, Europa, Australia, Brasil, China, India, Irán, Irak, Kenia, Palestina, Corea del Sur, Vietnam o la Antártida. Stuart evalúa la contribución del periodismo ciudadano para la presentación de informes de crisis, y fomentar nuevas formas de diálogo y debate sobre lo que se puede mejorar en el futuro.
A la expansión de la producción de contenidos UGC también ha contribuido un cambio de paradigma en la teoría de la información. Este cambio es reconocido por autores como Flores Vivar (2014):
“El periodismo móvil hay que contextualizarlo dentro de un nuevo paradigma de la comunicación, en la época 2.0, en la que la tecnología es una condición indispensable para no quedarse fuera de juego”.
El contenido volcado en Internet y la propia red han sido una creación colectiva de programadores, emprendedores y ciudadanos de a pie, a los que los medios tradicionales prefieren tratar como “contribuidores”. El público que antes solo consumía televisión, prensa o cine genera ahora productos de información y ocio en Internet. Hace dos décadas, si un peatón llevaba casualmente consigo una cámara y fotografiaba en exclusiva un suceso, llamaba al periódico de su ciudad para venderle la foto y sacarse 500 euros. Hoy se comportaría de otra forma: colgaría la foto gratis en su cuenta de Twitter, escribiría un hahstag para identificar el acontecimiento y su premio sería ganar cientos de seguidores y miles de “retuiteos” y convertir su foto en el “trending topic” del día. Así, un peatón anónimo que pasea por la calle y ve un accidente o unos disturbios en una manifestación sube inmediatamente el vídeo a YouTube, que luego comenta en Twitter, pasa las fotos a sus amigos de Facebook, las retoca y comenta en Instagram, escribe un post para actualizar una entrada en la Wikipedia, redacta un artículo de opinión en su blog personal, envía por WhatsApp unas fotos al periódico local, actualiza su diario en Livejournal, pide apoyo financiero en Crowdfunding en Kickstarter
41 para rodar un documental sobre el tema y recoge firmas en Change.org para pedir que el Gobierno adopte medidas ante sucesos como el que grabó. El testigo pasa de ser el público a convertirse en cuestión de minutos en un periodista ciudadano que informa de la actualidad sin pedir nada a cambio. Se conforma con la satisfacción de ver su foto en la portada de los grandes titulares y difundir el link a través de su red social. A raíz de esta disrupción tecnológica o cambio de paradigma (Kuhn, 1962) incluso ha surgido un nuevo tipo de periodista, el MOJO, el “journalist on the move” (reportero en movimiento) que envía sus crónicas y fotos con el iPhone a su redacción central sin pasar por ella. En España hay ejemplos de MOJO como los redactores que envían sus crónicas a la web de La Voz de Galicia, entre otros medios.
El ciudadano asume un rol de periodista o público creativo a partir de los años 90 al converger tres factores: la popularización de Internet, la globalización y la economía colaborativa o del todo gratis. Por ejemplo, Xosé López asume ese papel al señalar que el proceso creativo de los contenidos se base en que lo básico permanezca y los ciudadanos adopten un papel activo enfundados en herramientas digitales.
42
El periodismo ciudadano va ligado a la popularización del teléfono móvil a partir del año 2000 y del “smartphone” a partir de 2010. Solo así fue posible que un testigo grabase con su móvil una escena de los ataques terroristas del 2005 en el metro de Londres, o que peatón captase la imagen del aterrizaje de un Boeing 747 en el río Hudson y la enviase por Twitter, o que filmase en directo la muerte a tiros de la estudiante Neda Agha Soltan durante unos disturbios en las elecciones en Irán en el 2009. En los últimos años, han surgido webs de periodistas independientes como Multiplejournalism
43 (recomendada por el profesor Mark Deuze en su Twitter
44) en la que los free lances están especializados en hacer entrevistas en directo en la calle, retransmitir vía radio y SMS desde África o buscan financiación a través del crowdsourcing para hacer investigaciones ciudadanas. Twitter también sirvió de plataforma para difundir los primeros testimonios de ciudadanos que se vieron atrapados en un ataque terrorista en Bombay, en la India. Unos blogueros reprodujeron unas supuestas declaraciones racistas del senador Tient Lott y otros, de tinte conservador, filtraron a la cadena de televisión CBS el historial militar de George Bush Jr. en Vietnam. En el 2015, otro viandante grabó con su móvil cómo un policía norteamericano asesinaba por la espalda a un joven afroamericano en un parque y luego intentaba simular un suicidio. En unos meses, se dieron a conocer casos parecidos grabados por los ciudadanos con sus “smartphones” y subidos a la red o entregados a los medios de comunicación para que los difundiesen.
Otra clave para interpretar el creciente auge del periodismo ciudadano en la última década ha sido el hecho de que cubre un nicho de mercado que los “mainstreans”, los grandes imperios de comunicación, ignoran porque son asuntos marginales, alternativos, contraculturales o que generan poca audiencia. Hasta hace poco, estos asuntos solo tenían cabida en un tipo de periodismo “underground” o fanzines redactados por fans porque se alejaban del contenido regular de las secciones de prensa o porque nunca figuraron en la “agenda setting” que los organismos oficiales establecen cada día. Las grandes rotativas pasaron por alto o de puntillas por asuntos como el movimiento feminista, los derechos civiles, la joven cultura, los estilos alternativos de vida o el medio ambiente.
Muchos temas fueron confinados a lo local (Ulrich Beck, 2006), como la migración o la ecología, o las crisis alimentarias. Los blogs y el periodismo ciudadano explotaron ese filón y mostraron interés por el contenido generado por el usuario, el UGC, que hasta entonces no había tenido cabida en los grandes medios de consumo de masas. A partir de ahí, algunos medios on line moderaron una comunidad virtual e intentaron fidelizar a esa nueva audiencia. Es el caso de MinnPost, redactada por periodistas de Minneapolis sin afán de lucro y que pretenden una alta calidad en sus artículos, o The Voice of San Diego, que da a los ciudadanos las herramientas necesarias para participar en sus debates sobre su comunidad y se le considera el primer diario sin afán de lucro. Esto choque entre profesionales y aficionados ha generado un debate entre los propios periodistas. Mientras Dam Gillmor o Jeff Harvis defienden en sus blogs el valor del periodismo ciudadano otra corriente opuesta, como Bill Kovach o Rossental, aboga por exigir calidad a los reportajes, rigurosidad y honestidad.
Otro aspecto que puede haber influido en la difusión del periodismo ciudadano es lo que Bonnie Brennen (Journalism, 2009) denomina el valor de la evidencia o la prueba. La persona que está en el sitio y momento adecuado para grabar la noticia y difundirla en las redes sociales es “trending topic” porque aporta pruebas y un documento visual de lo sucedido. Posiblemente, en un juicio, esas pruebas no tendrían validez porque habrían sido tomadas sin las medidas garantistas que exige la ley pero, para el público, son de lo más convincentes. Esta exigencia de la honestidad ha contribuido a mantener mediante donaciones a las redacciones on line que no buscan el beneficio ni el afán de lucro
45 como The Voice of San Diego, que consideran que la información es un servicio público por lo que sus investigaciones ayudan a descubrir casos de corrupción u otros escándalos. La importancia de la prueba se contrapone a otro tipo de periodismo basado en la difusión de las opiniones de voces autorizadas ( políticos, altos funcionarios, científicos, académicos) y propio de los “mainstreams”.
Meso, Agirreazkuenaga y Larrondo (2015) señalan que el periodismo participativo representa uno de los grandes retos de los medios de comunicación al igual que la actualización constante, la abundancia de la información y la innovación en los formatos, géneros y dispositivos para el consumo. La Web 2.0. ha dado lugar a un escenario más complejo, que se caracteriza por una mayor presencia audiencia en el proceso comunicativo. la participación directa de los ciudadanos en esta producción de noticias, y la sustitución de los medios de comunicación tradicionales como fuentes primarias de información. Incluso los periodistas han tenido que reciclar sus habilidades para desarrollar su actividad de comunicación en la Web 2.0. Otra característica, señalan estos autores, es que los ciudadanos-usuarios o clientes están cada vez más involucrados, activa y social, y ha sido crucial para el desarrollo de perfiles profesionales expertos.
Otros teóricos de la economía común (Subirats y Salcedo, 2015) sostienen que la aparición de las tecnologías de la información (TIC) ha ido modificando los costes de la acción colectiva. Ello está favoreciendo el desarrollo de lógicas organizativas abiertas y descentralizadas, e impulsando la emergencia de un modelo productivo basado en la producción colaborativa entre iguales que da lugar a una cultura libre y procomún que rompe con la dicotomía Estado y mercado.
5.1. Enfoque crítico al periodismo ciudadano
Mientras muchos autores celebran el auge del periodismo ciudadano, las voces críticas se han dirigido al modo en que las plataformas se apropian de los contenidos que generan sus usuarios. Por ejemplo, hay un detalle que llama la atención: la medición de la productividad es una de las novedades relativas al periodismo, ya sea “amateur” o profesional. Desde el 2015, muchas webs de participación ciudadana y diarios on-line están creando perfiles muy extensos de sus colaboradores y periodistas ciudadanos. Una de las fichas más completa está en el blog Tech Crunch, pero también en Global Voices. La paradoja es que trabajo del periodista ciudadano es cuantificado y medido como en el sistema taylorista. Gracias a ello, ha sido más fácil para esta investigación medir su productividad, la “sostenibilidad” y la “rentabilidad” de cada colaborador voluntario.
Algunos expertos sospechan que esta participación de la opinión pública es una ilusión. El profesor Mark Deuze critica en su artículo Media Life (2011)
46 este “periodismo líquido”
47 (una definición del sociólogo Bauman
48), fenómeno que atribuye al creciente individualismo de la sociedad. Otros autores, como Timoteo (2005:245) admiten la presencia de un “poder diluido” repartido entre lobbies, ecologistas, partidos, mafias, consumidores, instituciones, agentes sociales, usuarios y Estado en tres ramas (política, dinero y medios). Por tanto, se admite que parte del poder es ejercido por el consumidor. “La opinión, el mercado es el nuevo soberano y las estructuras del poder se adecuan y ajustan a la presencia omnímoda de ese nuevo soberano”, dice Timoteo.
Deuze ironiza sobre la visión líquida de Bauman y señala que ahora los ciudadanos se creen “artistas” gracias a las herramientas de software para la autoexpresión que las grandes plataformas de Internet ponen a su disposición en unas redes siempre abiertas. Compara al aficionado que navega en busca de noticias en las webs y reenvía copias a sus amigos con aquel “consumidor” que pasa las tardes mirando escaparates en un centro comercial para comparar productos y encontrar la mejor relación calidad-precio
49. Para Deuze, el periodismo ciudadano no deja de ser una expresión más de ocio “consumidor” y, como veremos a lo largo de esta investigación, hay varios indicios que podrían llevarnos, sin descartar otras hipótesis, a inclinarnos hacia esta teoría como la que describe con mayor acierto la transformación de las audiencias.
En el mundo profesional, muchos periodistas critican la faceta “amateur” de esa audiencia que ahora quiere autoexpresarse y que, en algunos casos, se han convertido en Pro-Am (Profesional-Amateurs, según Jay Rosen
50). Esta figura marginal, ligada antaño a los fans, revistas de estudiantes o arrinconada en las cartas al director, ha logrado alzarse con un papel determinante en la economía de Internet gracias a que el ciudadano tiene ahora en sus manos una herramienta barata, el “smartphone”, un teléfono móvil 4G capaz de subir a la red vídeos, postcasts o comentarios de Twitter. Esta tecnología está asociada al hipertexto 3.0.
51 (Landow, 2009). En el hipertexto, la escritura une partes y se convierte en un arte del ensamblaje donde reina la apropiación y la catacresis, es un texto donde un nuevo tipo de conexión se ha hecho posible. En la escritura hipertextual, el autor crea sus propias rutas, no es necesario identificar un comienzo y un final, porque cada conexión funciona de manera independiente pero hace aportaciones a la construcción del hipertexto. En las primeras generaciones de hipertexto era posible picar en un link sobre un concepto del texto y acceder a más información en un documento separado. En las últimas, es posible acceder al contexto de ese concepto, por ejemplo, ver en un mapa la foto de una tienda y consultar las ofertas y precios de sus productos. El hipertexto ha sido clave para que el ciudadano participe.
Robert Levine cree que el periodismo ciudadano está ligado al deseo de reducir costes
“y es por ello que muchas [start-ups online] experimentan con el periodismo ciudadano y no, por ejemplo, con los vídeos grabados por profesionales”.
Añade que el mercado publicitario ha cambiado las reglas y que la publicidad no va a los periódicos online sino a los buscadores de Google como AdWords.
El incentivo para producir un periodismo atractivo ha sido sustituido por el de rastrear a los lectores. Los periódicos tienen una desventaja informativa, sostiene Levine, porque gigantes de Internet como Google y Facebook disponen de acceso a unos datos con los que la prensa online sólo puede soñar. Eso es lo que les ha llevado a reducir gastos en distribución y plantilla. Cobrar por las noticias online y por los muros de pago funciona mejor en áreas con un número limitado de alternativas (como el periódico de un condado que entiende a su público local). La editora del blog Huffintong Post, Adriana Huffintong
52, que se nutre de extractos de noticias ajenas, extractos de agencias y columnas de colaboradores gratuitos, decía en el 2010 que “la autoexpresión es el nuevo entretenimiento”. Levine teme que muchas más compañías se dediquen a agregar noticias y enlaces en vez de crear información original.
Uno de los principales argumentos de los críticos es el siguiente: los UGC son gratuitos y acaban volcados en las grandes plataformas que agrupan a millones de usuarios. Lo que genera valor es la concentración de una gran audiencia que produce mensajes y no el contenido en sí mismo. Por eso, las plataformas promueven la participación y facilitan las herramientas para la creación. Algunos autores, como Manfred Spitzer (2013:256) son bastante desconfiados al respecto:
“Si usted no paga nada por un servicio, entonces usted no es cliente sino que más bien es la mercancía que se vende.
53 No debe extrañarle a usted que si busca algo gratuitamente reciba a continuación un montón de publicidad de productos similares” (Spitzer, idem).
Un especialista en seguridad en la red, Marc Goodman (2015:76) también es crítico:
“Las redes sociales son los nuevos registros públicos. Todo lo que se comparte en ellas, de manera voluntaria o involuntaria, es filtrado, clasificado y almacenado por los nuevos mastodontes de gestión de datos mundiales, que luego lo venden a anunciantes, gobiernos o agentes intermediarios de datos externos, todos ellos con un apetito voraz por conocer los detalles más íntimos de tu vida […]. No somos clientes de los sitios web sino el producto, vendido al mejor postor en un esfuerzo por incrementar los beneficios de la empresa. […] Google tiene una imagen unificada, profunda y sin precedentes de cada uno de los usuarios y de su mundo personal. Y precisamente por disponer de estos datos puede exigir las máximas tarifas a los anunciantes por la información personal de sus usuarios. Por si no había quedado bastante claro, tú no eres el cliente de Google, eres su producto. Por eso no recibes ninguna factura”
(Goodman, 2015:82).
El negocio de las plataformas gratuitas reside en generar audiencias millonarias para captar anuncios de publicidad, entre otras cosas, pero, como señala Lanier (2014), todavía es inmensamente más lucrativa la comercialización del análisis de los patrones estadísticos generados por el Big Data
54. Nos referimos al procesamiento del enorme tráfico de datos estadísticos masivos y anónimos que generan los usuarios que usan un “smartphone” desde que salen de su casa por la mañana hasta que vuelven por la noche de la oficina, visitan una web o suben contenidos. Es la llamada “minería de datos”. Son millones de datos generados por cada usuario que luego las plataformas recopilan y desgranan en sus granjas de servidores para extraer patrones de comportamiento individuales y generales, y que son muy valiosos económicamente para aquellas empresas que quieran conocer todos los secretos de los hábitos de consumo de los potenciales consumidores. La frase “Google lo sabe todo de tí” no es un mito, según algunos autores que critican esta captación indiscriminada y masiva de datos de los navegantes de Internet. Incluso esto puede ser contraproductivo al final, porque algunos usuarios que llevan un lustro “enganchados” a Facebook han empezado a cerrar sus cuentas por miedo a la pérdida de intimidad y el acoso de anuncios publicitarios relacionados con sus intereses.
En relación a los UGC han surgido dos debates: uno es económico y discute si estos usuarios deben cobrar por los datos que generan en un tipo de negocio donde el valor de la información es tendente a cero
55 porque es muy fácil reenviar copias una vez que un contenido original está volcado en la red. A un nivel más profundo, cabe plantearse si la llamada Economía de Coste Marginal Cero
56 o del Todo Gratis
57 es un nuevo tipo de sistema económico o un caso especial de la economía clásica, con situaciones extremas de fuerte competencia en un libre mercado y que se desarrolla en un entorno muy especial dominado por Internet. Por otro lado, autores como Christian Felber
58 han propuesto un modelo de economía del bien común, donde promueven la colaboración frente a la competencia, lo mismo que plantea Jeremy Rifkin en varios de sus libros. Los teóricos de la economía colaborativa sostienen que la cooperación voluntaria y gratuita de los usuarios genera una situación de “win-win”, donde ganan todos, mientras que otros autores como Lanier
59 creen que los internautas deben recibir una compensación económica por ceder sus datos a grandes plataformas que los procesan con el Big Data.
El segundo debate se centra en la calidad de los contenidos de los usuarios, en especial el que es volcado gratuitamente por los periodistas ciudadanos. Autores como Tony Harcup (2013) han estudiado el periodismo alternativo desde los años 70 del siglo XX como una forma de activismo ciudadano, por lo que esta figura se remonta a casi medio siglo pero ha tenido su estallido gracias a la voz que les brinda Internet. Para otros, este activismo solo puede alcanzar cierta calidad si el periodista asume el papel de “tutor” o “curador” de la información generada por el usuario. Según Bowman y Willis (2003), el periodista del siglo XXI combina la atención al usuario con la inteligencia colectiva, reconociendo que los lectores pueden saber más que el periodista.
60 Otros ven insostenible el periodismo “amateur” y defienden al profesional como salvaguarda de la honestidad, objetividad y otros valores.
Una de las corrientes se opone a la automatización de la conducta del usuario en Internet, lo que incluye al periodista ciudadano. Un grupo de autores, encabezados por Nicholas Carr (2008), se han dado cuenta de que un ejército silencioso de millones de internautas se dedica todas las noches a etiquetar fotos de sus amigos, sus restaurantes y comidas favoritas y ropa en Facebook o votando y clasificando las noticias en Reddit.com. Una transferencia de conocimientos sobre los que nadie va a conservar la propiedad intelectual. Una información que dato por dato no vale nada pero que factura ingresos millonarios cuando un programa informático de Google o Facebook la analiza en conjunto y genera patrones de consumo. Una multitud trabaja como hormigas para alimentar con contenidos a una máquina, a un cerebro artificial llamado Google. Una obra colectiva de la Humanidad que, de forma casi robotizada, genera millones de contenidos sin conocer el fin último ni quién va a salir beneficiado (Carr, 2008). Otros autores trabajan, desde una perspectiva sociológica, en desentrañar los mecanismos de este “enjambre digital”, sus características y el espacio que ocupa el usuario en todo el engranaje productivo.
5.2. Crítica sociológica: enjambre digital, prosumidor y precariado
Un usuario puede empezar a crear contenido por “hobby” en las redes sociales porque es aficionado a opinar de política o de recetas de cocina, pero esta tarea corre peligro de convertirse en un “trabajo” no remunerado al que debe dedicar muchas horas si quiere aumentar sus visitas y mantener sus opciones de éxito. Nadie obliga a nada pero los gurús del marketing presionan a los usuarios ilusionados con ganar fama y dinero en la Red y les recomiendan que actualicen sus “post” cada día o suban más entradas en pocas horas, lo que mejorará sus expectativas de obtener beneficios. Se basan en la experiencia y la observación, en que la actualización de contenidos aumenta las visitas. Pero quienes aguantan ese ritmo de producción son profesionales asalariados que cobran por crear contenidos y les respaldan unas redes corporitivas capaces de difundir un “meme” (Dawkins, 1975) a un millón de seguidores en un minuto y convertirlo en “trending topic”. En cambio, un ejército de reserva de millones de usuarios trabaja silenciosamente para llenar de contenidos y datos la red. Algo que ha despertado el interés de los sociólogos.
La disciplina de la sociología, tanto la corriente marxista que estudia la lucha de clases como la de los gurús tecnológicos críticos con los métodos de Silicon Valley, han entrado de lleno a cuestionar la cultura participativa de Internet porque, en esencia, identifica el proceso como una descarada explotación del usuario y las audiencias participativas, que no son verdaderas comunidades sino un grupúsculo de individuos perfectamente identificados que ceden gratis su trabajo a cambio del uso gratuito de herramientas de producción que no les pertenecen y sobre las que no tienen control.
La perspectiva más optimista la aporta el consultor digital de medios, catedrático de periodismo y director del Knight Certer for Journalism in The Americas en la Universidad de Texas, Rosental C. Alves:
“Vivimos en la sociedad del prosumidor, o sea, del productor-consumidor de contenidos. El consumidor ya no es un ser pasivo que recibe la información empaquetada por otros. La información ya no circula en paquetes cerrados, sino en unidades abiertas, en flujos que se distribuyen por la Red. Nos enfrentamos a una lógica totalmente distinta de la de la sociedad industrial”.
61
El filósofo Byung-Chul Han destaca por su visión escéptica de las audiencias participativas porque considera que el “enjambre digital” no emprende acciones colectivas
62. Señala, replicando a Hardt y Negri (dos autores neomarxistas), que:
“los sujetos neoliberales de la economía no constituyen ningún nosotros capaz de acción común. La creciente tendencia al egoísmo y a la atomización de la sociedad hace que se encojan de forma radical los espacios para la acción común e impide con ello la formación de un poder contrario, que pudiera cuestionar realmente el orden capitalista. El socio deja paso al solo. Lo que caracteriza la actual constitución social no es la multitud sino más bien la soledad. Esta constitución está inmersa en una decadencia general de lo común y lo comunitario. Desaparece la solidaridad. La privatización se impone hasta en el alma. La erosión de lo comunitario hace cada vez menos probable una acción común”.
Fuchs (2014) señala que la web 2.0, basada en la “arquitectura de la participación”, sí ha permitido la colaboración pero a un precio.
“Las corporaciones explotan a los usuarios de Internet que forman la clase prosumidora / productora y que genera una plusvalía, por lo que son explotados por el capital” (Fuchs 2008, 2010).
Fuchs añade que la Web 2.0 está basada en la “explotación del trabajo gratuito” (Terranova, 2004) y que
“la mayoría de los usuarios de Internet son parte de la subclase del precariado creativo que necesitan modelos de asistencia económica para vivir de su trabajo”.
El “blogging” sería principalmente una actividad egocéntrica, nihilista y cínica (Lovink, 2008).
Byung-Chul Han afirma, por contra, que la multitud es la única clase. Pertenecen a ella todos los que participan en el sistema capitalista. El imperio global no es una ninguna clase dominante que explote a la multitud,
“pues hoy cada uno se explota a sí mismo y se figura que vive en libertad. El actual sujeto del rendimiento es actor y víctima a la vez. […] Esta lógica de la propia explotación, [es] mucho más eficiente que la explotación por parte de otro. Hay una explotación sin dominación”.
63
Sobre el papel que juegan estos usuarios, que son a la vez consumidores y productores de contenidos, hay visiones enfrentadas. Autores como O'Neill, Gallego y Zeller (2013)
64 estudian al prosumidor desde una perspectiva positiva:
“Nos fijamos en la evolución de la audiencia 'prosumo' o 'produsuario' (Bruns, 2007), así como en la audiencia 'activismo' (de Jong, Shaw y Stammers, 2005). Estos ejemplos ilustran nuevas dinámicas de interacción social, que pueden tener el potencial de contribuir a crear redes sociales más grandes, integradoras que trascienden los vigentes límites del concepto tradicional de la audiencia”.
En la misma línea, diversos autores señalan que el prosumo incluso se extiende a la educación (Grané y Willem, 2012). Las redes sociales online, sociabilidad, participación en la comunidad, o aprendizaje en red son un ejemplo de un cambio cualitativo que confiere mayor relevancia al alumno.
“El individuo como aprendiz es el protagonista y el diseñador de su proceso de aprendizaje” (2012:153)
65, “el alumno ya no es un consumidor de contenidos, sino un prosumidor: un consumidor y creador/productor de contenidos” (2012; 48), proporciona servicios interactivos en red cediendo al usuario el control de sus datos y le otorga una capacidad activa, productora. Alier señala que la web 2.0 “se caracteriza porque prácticamente no aporta ningún contenido en sí, sino que son los mismos usuarios los que, a través de la misma interfaz web, añaden contenido”
(Grané y Willem, 2012; 40).
La participación en la web 2.0. se considera necesaria para aprender.
Más allá de estos debates sobre la autoexplotación, en el usuario participativo que genera contenidos para Internet se reconocen características del “precariado”. Este trabajador barato y prescindible es una consecuencia del fin del trabajo, algo que anticipó Rifkin (1996)
66. Aunque el acuerdo no es unánime, las nuevas tecnologías de la información destruyen desde los años 80 más empleos de los que crean, de forma que el porcentaje de desempleo natural
67 aumenta con cada innovación.
68 En teoría, se deduce que las horas de trabajo semanales tendrán que descender, con lo que el tiempo de ocio podría dedicarse a faenas de voluntariado social para desarrollarse personalmente. Rifkin augura que el voluntariado jugará cada vez un papel más activo.
Otra crítica es que la economía de Internet está dominada por corporaciones y cadenas de medios sociales (Cammaerts, 2008). El optimismo de la Web 2.0 es acrítico y una ideología que sirve a los intereses corporativos (Fuchs 2008, Van Dijck y Nieborg, 2009) y una ideología de márketing (Scholz, 2008). La noción de compartir es promovida por Facebook y otras corporaciones de medios sociales para mitificar la lógica del beneficio, la publicidad y el comercio, que es lo que está en el corazón de la operación (John, 2013). Deuze (2008) añade que
“las corporaciones se han apropiado de los blogs y la web 2.0 en forma de blogs corporativos, blogs de publicidad, blogs de spam y falsos blogs”.
69
5.3. El auge de los blogueros
El blog es uno de los productos preferidos de los periodistas ciudadanos, motivo por el que hay 400 millones publicados (cifras estimadas del 2016). Houghton (2012) ejemplifica el entusiasmo que sienten los autores de los blogs por escribir,
“una actividad eminentemente social, compartida por personas como tú que quieren expresar su creatividad, mostrar su trabajo, despertar la curiosidad, hablar de lo que les gusta y aprender de los demás”.
Muchos blogs son mantenidos por aficionados muy motivados a los que les apasiona un tema aunque a su bitácora deben inyectarle una “dosis de personalidad” para que destaque entre una multitud de competidores. Ve “triste” que la mayoría de los blogs se abandonen a los tres meses de crearse
“normalmente porque los creadores no ponen alma y no tienen ningún plan de contenidos” (Houghton, 2012; 13).
Una de las claves para entender la proliferación de blogueros la aporta Fuchs (2014) al estudiar y definir la Web 2.0. pero él y otros autores también destapan el trasfondo de las bitácoras. Este software 2.0. para redes sociales, fácil de usar, con facilidad para socializar y que da facilidad para publicar (Lovink),
“ha incrementado nuestra habilidad para compartir, cooperar con los otros en una acción colectiva fuera del marco tradicional de las instituciones y organizaciones”.
El hecho de que se haya popularizado el “smartphone” ha permitido que muchos usuarios suban sus vídeos a plataformas como YouTube y los compartan. El término “participativo” enfatiza la colaboración humana (Van Dijck) y la conexión de los individuos en redes sociales.
“Como resultado de la interconexión de plataformas, ha emergido una nueva plataforma: un ecosistema que conecta a los media con una pequeños jugadores”.
La Web 2.0 se perfila como una acción colectiva, con comunidades, con conexión a redes, que estimula la cooperación y la colaboración, que fomenta los contenidos creativos generados por los propios usuarios, así como el juego y compartir.
Dentro de este contexto crítico empieza a cobrar lógica el hecho de que las grandes plataformas que se nutren y rentabilizan el contenido generado por sus usuarios los animen a compartir sus creaciones y a fomentar la competitividad. El mensaje que reciben los blogueros es que no hay otro camino: quien trabaja duro abraza el éxito. Hay que convertirse en un “ninja del social marketing”
70. Cuantos más post se publiquen al día, cuantas más actualizaciones, más visitas y mayor visibilidad social tendrán y más populares serán, por lo que algún día les llegará el éxito. No tienen en cuenta los efectos del descenso de productividad del que trata esta tesis. Los propios blogueros se encargan de difundir consejos y estrategias para ganar visitas y animan a otros a ser más competitivos y mejorar su posicionamiento
71:
“Escribe con frecuencia. A no ser que tengas muchos amigos y conocidos dispuestos a leer todo lo que escribes, hasta que consigas un público estable la mayoría de las visitas vendrán por referidos y por motores de búsqueda, éstos últimos y sobre todo Google posiciona mejor a los blogs que son actualizados frecuentemente, ideal todos los días, si no es posible un par de veces a la semana, está bien” (Romina Tybitt)
72
Otro bloguero, Arturo García, fija en dos entradas a la semana la producción mínima para tener presencia en la red y con la máxima calidad.
73
“No basta con escribir una entrada en el blog cada tres meses. Primero porque así Google no va a tenerte en cuenta y segundo porque entre entrada y entrada tus lectores se olvidarán de ti. Algunos dicen que hay que escribir tanto como se pueda. Personalmente opino que casi nadie puede escribir más de 2-3 artículos realmente buenos por semana, así que un par de entradas de buena calidad cada semana puede ser una cifra aceptable. Cuanto más escribas, más contenido habrá en el blog, más probable será que aparezcas en los resultados de búsqueda, más fácil será que se forme una comunidad en torno a tu sitio”.
Sanagustín (2009) distingue entre dos tipos de blogueros: aquel que quiere ganar dinero y no se puede permitir dejar de escribir cada día ni de actualizar su bitácora continuamente porque eso le supondría una disminución de las visitas, y aquel que solo piensa en su diario personal como una diversión y no se preocupa por tener las estadísticas altas. Las motivaciones pueden ser varias, desde imitar a un amigo que también tiene un blog a pensar en la bitácora como una promoción profesional o para darle mayor visibilidad en la red a una empresa.
6. Perspectiva psicológica: La “trampa de la pobreza” o estrés multitarea
La creación compulsiva de contenidos es una especie de “trampa de la pobreza” en la que caen muchos internautas hasta que, al mirar las estadísticas, se dan cuenta de que, por mucho que actualicen su blog, el número de visitas no va a crecer en la misma proporción
74. Hay una especie de “techo” o “barrera” del número de visitas al día, según comenta el bloguero Ruben Alonso
75 , que logró superarla tras analizar sus puntos débiles en una SEO (el sistema estadística de búsquedas de estadísticos en un blog o web) e implementar unas correcciones en los títulos y las etiquetas y su promoción en las redes sociales para captar más visitantes. Otro bloguero
76, Hong Jun, de Singapur, que analizó su producción de post desde el 2003 al 2015 viene a confirmar este ciclo de “techo” y descenso continuado de la producción. En los años centrales, llegó a publicar entre 1.010 y 1.300 post al año entre el 2009 y el 2011. En el 2012, no pasaba de 318 y en el 2015, se quedó en 63. Su deseo: “Time to get year 2016 resolution written down :)”
En el propio trabajo de campo de esta tesis se podrá apreciar el “efecto techo” en el número de visitas y también a la producción que afecta a los blogs. Como se verá luego, la tasa de abandono de los blogueros es muy alta, del 95 % en su primer año
77. En parte, porque los ingresos obtenidos en publicidad son pírricos en comparación con el esfuerzo desplegado, en base al principio de que “el ganador se lo lleva todo”.
78
Las motivaciones psicológicas que impulsan a los productores de contenidos a colaborar en la red social son de interés para la presente investigación. Las motivaciones de las personas están reflejadas en la Pirámide de Maslow o jerarquía de necesidades. La teoría de la jerarquía de necesidades y de la motivación de Abraham Maslow se remonta a 1943 pero, con 73 años de distancia, en la figura I.3 resultan familiares conceptos situados en lo alto de la pirámide y donde encajan las definiciones de los egoblogs, las páginas de Facebook y su botón de “me gusta”, en las que el usuario ve cumplidas con creces sus necesidades de afecto social, estima y reconocimiento y la autorrealización al cumplir un deber moral. Las motivaciones de los periodistas ciudadanos para llevar a cabo sus tareas entrarían en la necesidad superior, en lo más alto del vértice.
Figura I.3. Pirámide de Maslow: jerarquía de necesidades
Pero las motivaciones de los “amateurs” es la menor de las preocupaciones de los estudiosos de la colaboración comunitaria en Internet. Carr (2008) sostiene que nos hallamos en un momento de transición en la que el viejo proceso lineal de pensamiento es sustituido por otra estructura mental (actualmente, la teoría más aceptada es que el cerebro tiene plasticidad y sus redes neuronales se pueden reprogramar mediante el uso) que discrimina información en estallidos cortos, descoordinados o solapados. El autor dice que desde que apareció Internet algo ha cambiado porque no piensa como antes, ya que su concentración se disipa y leer un artículo largo le supone un esfuerzo. Otros adquieren destrezas como leer a supervelocidad en varias fuentes online o trocear los post de más de cuatro párrafos para buscar información. Deben procesar y clasificar cientos de textos instantáneos que les llegan de feed, RSS, Twitter, Facebook y otros, además de las continuas consultas al email. En el 2005, surgieron la Web 2.0 y las redes sociales y, en el 2007, Carr se dio cuenta de que sus rutinas habían cambiado y dependía de los servicios de la Red. Tenía "mono" de mirar el correo o googlear. Internet lo había convertido en una especie de máquina de procesamiento de datos de alta velocidad, un HAL humano, en referencia al ordenador “desequilibrado” de la película Odisea en el espacio 2001 (Kubrick, 1969). Ahora, Carr se siente como un usuario multiproceso.
Tras las teorías de Carr, existe la sospecha de que el uso intensivo por parte de las redes sociales está afectado al cerebro, al menos en los campos de la capacidad de aprendizaje, visión espacial y comprensión lectora. Las culpas van dirigidas a la multitarea y el multiprocesamiento de datos a gran velocidad, al afán por hacer varias tareas a la vez en la pantalla del ordenador donde se consulta Google y en el móvil donde se contesta a un Whatsapp. Spitzer (2013) ha dado la voz de alarma porque, según su tesis, se está produciendo una auténtica “demencia digital” que genera un bajo rendimiento en los escolares que usan las redes sociales (sobre todo aquellos que usan programas de videojuegos que fomentan la multitarea) mientras que los que no lo hacen mantienen sus resultados. Advierte de que la pérdida de autocontrol genera estrés (2013:257) y que, por ende, los medios digitales estorban la capacidad de autocontrol y desencadenan la ansiedad.
“La capacidad de rendimiento intelectual no mejora [con la multitarea digital] aunque les guste decir lo contrario a los vendedores de programas. Las personas multitarea obtienen resultados significativamente peores”
(Spitzer, 2013:257)
La razón es que el aprendizaje está asociado a centrarse en una única tarea, a sumirse en una concentración y a alejarse de un entorno repleto de estímulos como Internet.
En su libro “Más es menos, la paradoja de la elección”, Barry Schwartz intuyó que los rendimientos decrecientes generados por la abundancia de la elección del consumidor está produciendo estrés e insatisfacción. El sector de la comunicación es un segmento clave de alta personalización en la que participan aficionados muy comprometidos.
Todo apunta a que la solución que han encontrado las plataformas para salvar el rendimiento decreciente es una fórmula piramidal: los voluntarios “quemados” que bajan su rendimiento pronto son reemplazados por los nuevos creadores que buscan fortuna. Es lo que Guy Standing denominó “el espejismo de la promoción”, un fenómeno ligado a la precarización del trabajo en la que un aspirante se autoengaña y trabaja mucho con la esperanza de obtener un contrato fijo y que luego, indefectiblemente, es despedido porque la compañía no desea una plantilla estable.
Estas cuestiones psicológicas serán tenidas en cuenta a la hora de explicar un descenso de los rendimientos de los creadores de contenidos digitales.
7. Perspectiva legal: los derechos de propiedad intelectual
La estructura legal bajo la que se rige la difusión libre de contenidos en Internet es importante para tenerla en consideración en esta investigación porque podría explicar por qué los perdedores abandonan sus blogs bruscamente. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la difusión de contenidos está reconocida en el artículo 20 de la Constitución Española de 1978 y cualquiera puede escribir un artículo u opinión sin necesidad de ser profesional, como bien recalcaron mis profesores de Derecho de la Información Pilar Cousido y Alfonso Fernández Miranda Campoamor, de Libertades Públicas en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.
“Todos los derechos contenidos en el artículo 20 son libertades públicas (derechos de contenido negativo) que excluyen la injerencia de poderes públicos en todo proceso de comunicación y formación de opinión pública. En ningún caso se puede aceptar construirlos como derechos de prestación. Ello no empece para que la cláusula de estado social de derecho no legitime a los poderes públicos para realizar políticas asistenciales que fomenten el ejercicio de las libertades informativas”
(Miranda en su lección del 16 de abril de 1993)
Y añade:
“Las libertades informativas del artículo 20 no son solo derechos subjetivos sino también garantías institucionales de derecho democrático, lo que determina su posición preferente en el ordenamiento jurídico. El principio democrático y el pluralismo político no pueden funcionar sin un régimen de libre formación de la opinión pública (que no hay sin pluralidad de medios y libertad de procesos informativos)”.
Queda claro que la libertad de opinión está garantizada para cualquier usuario de la Red, aunque en la realidad está condicionado a que disponga de los medios económicos o materiales para acceder a Internet. Pero la cuestión que genera mayor debate es la propiedad de los contenidos que el usuario vuelca en Internet, de los que es responsable legal pero no el receptor de los beneficios. Deberes legales sin derechos.
Como ejemplo de la controversia generada con la propiedad, baste con citar el episodio de Geocities, un sitio de alojamiento gratuito de webs que cerró en el 2009 tras ser adquirido por una operadora telefónica que borró de sus servidores todas las webs creadas por los autores y alojadas gratuitamente porque no le pagaron el mantenimiento. Al parecer, unos técnicos de Google tuvieron tiempo de hacer copias “espejo” y las almacenaron en sus servidores. Salvaron miles de webs de ser destruidas, lo que alivió a sus autores, que aplaudieron la iniciativa. En principio esas copias eran fósiles de la primera época de Internet. Pero había un problema legal. Nominalmente, el autor seguía siendo dueño de esa web copiada pero Google les impuso condiciones para acceder al administrador de contenido de su propia página. Si el autor quería hacer algún cambio en su propia web clonada tenía que escribir un correo electrónico para demostrar que era el auténtico creador y pedirle a los programadores de Google que entrasen en la página de administración de la web y le cambiasen algún dato. Los moderadores del gigante informático ponen obstáculos o exigen documentación burocrática o el pasaporte. Si al autor se le ocurre solicitar la eliminación de su propia web, Google exige el envío por fax de una copia del pasaporte.
En otras palabras, el autor había pedido el control sobre su propio contenido. La realidad es que el dominio y la posesión del objeto (la web y sus contenidos) había pasado a manos de Google por arte de magia. Es difícil considerarse propietario de algo si no se tiene el dominio ni la posesión de la cosa. Sobre esto hay mucho escrito en derecho civil
79 y es una cuestión básica por la que la ley adjudica la propiedad a quien pruebe el dominio y la posesión. Y, desde el punto de vista de un creador de contenidos, es fácil llegar a la conclusión de que no hay motivos para seguir cultivando y regando algo que ya no le pertenece. Dilemas como este surgirán a medida que se desplomen las grandes páginas, por ejemplo, las que almacenas fotos que vuelcan los usuarios como Flickr o Instagram, o Facebook, si sus usuarios se fugan a otra plataforma.
Con un panorama legal como este, parecido a la ley del Oeste, todo hace pensar que llegará un momento en que el usuario se percate de que trabajar gratis para otros no le compensa y reduzca su ritmo de producción a lo mínimo indispensable para mantener su capital social en niveles satisfactorios para su ego.
Una solución para que los autores tengan dominio de su obra y se abra la puerta a generar beneficios ha sido crear los “commom creative law” (el derecho a la propiedad industrial y a ser citado como autor de la obra) como es el caso del photoblog Flickr. El autor puede elegir el grado de protección legal de sus fotos, desde la libre cesión por la que cualquiera puede copiar y reproducir su obra sin citar la fuente a otra fórmula en la que el público debe pedir autorización o incluso pagar por reproducir el contenido. Algún autor ha criticado que los “common creative law” son, en realidad, un gigantesco banco de imágenes gratuitas y de acceso libre al que pueden recurrir siempre que lo deseen las grandes corporaciones que gestionan medios de comunicación de pago y que pueden publicarlas o difundirlas sin tener que abonar derechos y obtener un fácil beneficio.
Otros expertos, como Carr y Lanier, están barajando desde el 2014 la adopción de un sistema de micropagos y de protección de fuentes para gratificar a los creadores. Ya ha iniciativas en marcha pero con dispares resultados. En el 2009 surgieron webs de periodismo ciudadano como Demotix que montaron una plataforma para que los ciudadanos que fotografiasen sucesos cobrasen por su obra la mitad de las ganancias. “Pagamos tu trabajo”, decía el lema de la web, que contaba entre 30.000 y 50.000 colaboradores, periodistas de la calle y free-lances. El negocio estaba en que un colaborador medio ganase 60 o 100 euros al mes por las fotos que lograse vender mientras que la plataforma se llevaba la mitad de lo que facturasen todos sus freelances. No obstante, hubo quejas de fotógrafos profesionales porque páginas como estas habían abaratado sus contratos por la competencia desleal de los “amateurs” que no tenían que cotizar y la web tampoco les informaba puntualmente de toda la facturación que generaban sus fotos, lo que despertó suspicacias de los colaboradores. Tras atesorar 50 millones de imágenes libres, la trayectoria de Demotix ha seguido el mismo camino que otras: en el 2016 fue adquirida por Corbis Images, de Microsoft, e inmediatamente vendida a al china VCG. Las imágenes siguen disponibles a la venta pero los colaboradores se preguntan si el nuevo propietario va a mantener sus derechos o se va a apropiar de su trabajo que publicaron desinteresadamente.
La producción desinteresada y gratuita es la que nutre a gigantes como Facebook, Google o el blog The Huffintong Post (este último considerado un diario online nativo digital
80 que se fundó para operar íntegramente en el entorno digital sin necesidad de ser impreso en papel). Una de sus autoras más rentables reclamó una paga y prescindieron de sus servicios. Este diario nativo digital tampoco va a ser la panacea para las grandes compañías. Todo apunta a que la producción del voluntariado tiene una curva de crecimiento limitado y toca techo, en parte por estas limitaciones legales para cobrar por sus derechos de creación, que pierde cuando se los lega a la plataforma o esta no le informa debidamente de sus beneficios.
Otro problema que se plantea es el fraude fiscal. Cada vez parece más evidente que las grandes plataformas tienen “trabajando” a millones de colaboradores que suben gratis fotos o comentarios, y datos para el Big Data pero sin cotizar un céntimo a Hacienda por este lucro creciente. Son “empleados” muy productivos pero sin cargas sociales ni salarios, que no forman parte de la plantilla oficial y, por tanto, no hay que pagar impuestos por el beneficio que generan a coste cero. Vemos nuevamente otro síntoma de esa carrera por adelgazar costes, esta vez al prescindir de plantilla propia y disponer de un ejercito de creadores, algunos de nivel profesional (Am-Pro), que no cobran por su trabajo y cuyas plusvalías están libres de impuestos.
8. Una visión de conjunto: claves e interrogantes de la sostenibilidad de los medios de comunicación gratuitos
Esta tesis plantea si se puede considerar sostenible un modelo de producción de contenidos basado en las aportaciones gratuitas de los ciudadanos o si, por el contrario, como apunta la teoría económica, los rendimientos serán, indefectiblemente, decrecientes. No hay que olvidar la fórmula newtoniana que sostiene que un objeto se mantendrá en movimiento mientras reciba la acción de una fuerza; hasta ahora la garantía de un ingreso mensual con el que ganarse la vida, a parte de la vocación o el compromiso social, era un estímulo lo bastante poderoso como para impulsar a los creadores de contenidos con talento a ser constantes y perseverantes en su trabajo. Sin lucro, todo depende del capricho del creador.
8.1. Una singularidad disruptiva
Desde la popularización de los “smartphones” en torno al 2010, los periódicos impresos se han visto sorprendidos por una tecnología disruptiva que ha creado una singularidad, un punto de inflexión histórico a partir del cual una invención genera un crecimiento exponencial de la producción. La agricultura, la máquina del vapor o el telégrafo han sido algunos tipos de singularidad (Morris, 2013) que han cambiado la sociedad y dejado obsoleto el paradigma anterior. Los mass media se han visto arrastrados por esta nueva tecnología y están abocados a participar en una carrera para crear y mantener diarios on-line gratuitos, incluso a costa de hacerse la competencia a sí mismos por dar noticias antes que nadie y captar publicidad. El resultado es que la mayoría de los medios impresos han perdido lectores o los han trasvasado al medio digital. Los intentos por restringir el acceso y cobrar por las noticias volcadas en Internet ni ha frenado la fuga del papel ni ha colmado las expectativas de facturación, salvo en medios muy especializados
81. La fórmula por la que ha optado la prensa digital ha sido exigir la suscripción a los lectores on-line para comercializar sus datos con fines publicitarios a cambio de que puedan leer todas las noticias gratis, copiarlas, imprimirlas o compartirlas en las redes sociales sin limitación. Pero ningún medio logró cobrar 10 céntimos por noticia descargada hasta el 2016, cuando surgió Blendle.nl
82, una web holandesa que brinda a sus suscriptores una selección de los mejores artículos publicados por una veintena de diarios norteamericanos a un precio de 25 céntimos la descarga.
Parece que el sector asume que el precio de la información periodística vale cero. Incluso otros medios, como Google, Meneame o Reddit, copian esas noticias sin abonar ningún tipo de derecho de propiedad intelectual y las clasifican, las puntúan y luego captan visitantes con sus listados. Aunque siempre introducen un enlace para redirigir sus titulares a la noticia original, la realidad es que el usuario se limita a leer el resumen y el titular y solo un pequeño porcentaje accede a la publicación originaria, que fue la que creó la noticia inicialmente pero el beneficio se lo queda la plataforma “parásita” (Levine, 2013).
Las empresas periodísticas intentan desde hace 20 años hacer rentable la información que vuelca en Internet pero, a medida que pasan los años, los ingresos que han obtenido son mediocres
83. No hay una fórmula mágica y el negocio de las rotativas parece hundirse camino de la extinción. Los grandes medios no ha tenido más remedio que seguir el juego y facilitar gratis sus noticias a lectores ávidos que no pagan nada pero que exigen que las noticias sean de máxima actualidad o, de lo contrario, cambiarán su fidelidad para otro diario digital.
La pregunta es ¿por qué los diarios regalan su información? Hasta la aparición de Blendle,nl la cuestión recurrente era: ¿Qué les impide vender cada noticia digital a 5 céntimos, a 10 o un euro? Después de todo, una empresa periodística debe soportar los costes de una plantilla que publica para el papel y que es la que nutre de información al diario on line. En contra de toda lógica de mercado, las empresas periodísticas parecen arrastradas por una poderosa fuerza gravitatoria que, por inercia, les impulsa a publicarlo todo gratis e instantáneamente, cuestión que será aclarada en las siguientes páginas. La prensa aún no ha podido resolver este dilema pero la competencia es tan feroz que no le ha quedado más remedio que mantener actualizadas sus webs de noticias porque quedar fuera de Internet equivale a desaparecer del mapa y dejar su trozo de pastel en manos de sus competidores. Pero la prensa solo es la punta del iceberg de un fenómeno más vasto y que tiene en común un factor: la información gratuita. Muchos otros medios han caído en esta vorágine de producción de contenidos para Internet. En esta investigación se ha seleccionado un amplio abanico de “trabajadores” a destajo que suben noticias a la Red sin remuneración: periodistas ciudadanos, blogueros, wikipedistas, músicos, fans o usuarios de las redes sociales.
Esta investigación tratará de profundizar en este enigma y esclarecer si este crecimiento exponencial de la producción de la información gratuita on-line tiene un límite, es un modelo condenado al agotamiento o si va a colapsar.
8.2. Wikipedia y la importancia de la curva de Gauss
Conocer el tipo de modelo de negocio que es la creación de contenidos para Internet y predecir su evolución es clave para que las empresas periodísticas diseñen sus estrategias. Y, por eso, hay que tener en cuenta la generación de contenidos gratuitos por parte de la audiencia como forma de nutrir la oferta del medio de comunicación.
Pero, según se intentará probar en esta investigación, nada garantiza que este aporte de contenidos compartidos fluya eternamente porque, en situaciones de abundancia, empiezan a funcionar otra vez las reglas de la economía clásica, especialmente la ley de los rendimientos decrecientes. Redes sociales de música como MySpace, líderes en el 2010, han visto como cien millones de usuarios se fugaron a la competencia, a Facebook. Otros sitios como Second Life, que gozaron de gran popularidad porque el usuario podía inventarse una vida virtual o incluso pagar en la moneda bitcom, han aburrido a los usuarios y han caído en el olvido. También se han desplomado otras punto.com pioneras que en su día gozaron de éxito como ICQ, Messenger, Hi5, Fotolog (cerró su actividad en el 2016), Tuenti y, ahora, quizás, Flickr y Twitter, que celebró su décimo aniversario en el 2016 con una pérdida de su uso.
Y a otras redes como Wikipedia les cuesta reclutar editores y colaboradores voluntarios. Salva la situación porque las nuevas incorporaciones de voluntarios son las que redactan las entradas de actualidad. La producción de contenido gratuito y claramente piramidal
84 baja con el tiempo y hay numerosas causas para explicar esto. Un ejecutivo de la Wikipedia sugiere que la mayoría de las entradas de la enciclopedia online en inglés ya están escritas y editadas. ¿Estamos ante un modelo agotado? Esta investigación parte de que varios indicios apuntan a que la ley de rendimientos decrecientes de la producción de contenidos gratuitos juega un papel crucial en Internet. El concepto procede de la teoría ricardiana, la misma en que se basa la globalización, fenómeno que parece estar ligado a Internet. Los indicios de que el modelo de noticias gratis puede colapsar o sufrir un agotamiento se hace evidente al examinar las gráficas de la evolución de visitas y producción los blogs o Wikipedia, nutridas por voluntarios. Las estadísticas muestran una curva de campana de Gauss, de distribución concentrada.
Gráfica I.3. Evolución de la cifra de nuevos artículos creados en la Wikipedia (2001-2015)
La gráfica I.3. sobre los nuevos artículos creados en la Wikipedia muestra una curva en forma de Campana de Gauss en fase descendente. Tras alcanzar un techo en el 2010, el número de aportaciones de los voluntarios empiezan a decrecer o su volumen se estabiliza. ¿Los voluntarios abandonan? La explicación más plausible es que los pioneros se retiran por cansancio y son reemplazados por otra generación nueva. Otra razón es que cuando las entradas en un idioma están completadas la misión ha finalizado, como sería el caso del inglés. Los voluntarios continuarían realizando tareas de actualización y mantenimiento, pero por muy debajo de la explosión inicial de entradas. Sin embargo, otros autores trabajan incesantemente para rellenar de contenido su respectivo idioma.
Los blogs también son una excelente fuente para localizar ejemplos de rendimientos decrecientes. Autores comprometidos con el periodismo ciudadano, como Jeff Harvis, que catapultó su blog a la fama tras escribir un indignado “post” para quejarse de una impresora de HP que acababa de comprar, han reducido su cifra de artículos hasta una cifra testimonial, como se puede apreciar en la siguiente gráfica.
Gráfica I.4. Productividad anual de “post” de Jeff Jarvis (2001-2015)
La gráfica I.4., relativa a los “post” publicados por el bloguero-periodista ciudadano Jeff Jarvis, también responde a un modelo similar a la campana de Gauss, en la que se alcanza su techo en el 2004 y después inicia un imparable descenso de la producción de contenidos.
Esta investigación surge ante la sospecha de que posiblemente el modelo de noticia gratuita siga este patrón de curva de campana de Gauss. Tras una subida exponencial, la producción toca techo y entra en un lento declive, lo que evidencia que el modelo tiende al agotamiento. Estas fases de crecimiento y declive son fáciles de reconocer en una gráfica, por lo que la presente investigación se centrará en examinar la evolución estadística de las visitas y producción de los blogs más seguidos en el mundo, wikipedia, redes sociales como Facebook o MySpace, o los diarios on-line más populares a lo largo de un lustro o una década.
Para identificar las causas que producen este fenómeno, si es que la investigación empírica lo confirma, será necesario examinar varias hipótesis que proceden de variados campos académicos como la Sociología, la Teoría de la Información y la Comunicación, el Derecho y la Economía. Por lo tanto, la visión y el enfoque de esta investigación va a ser multidisciplinar, aunque con gran influencia de la Teoría de la Comunicación.
8.3. Ejemplos de rendimientos decrecientes: MySpace o Technoraty
La presente investigación estudiará ejemplos que podrían probar la existencia de tales rendimientos decrecientes, de los que puede haber indicios en los declives de MySpace o Technoraty, que se nutrían de creaciones musicales de libre difusión o de listas e índices de blogs, respectivamente. El primer portal perdió la mitad de sus visitantes cuando lo compró un gran grupo multimedia y el segundo abandonó sorpresivamente en el 2014 su prestigioso ránking de bitácoras para centrarse en el asesoramiento publicitario. Alegaron que el listado de blogs no formaba parte de su núcleo central de negocio y que era agua pasada. Otro caso sería el ya mencionado Geocities, una webhosting de alojamiento gratuito de webs fundada en 1998 que, tras ser comprada por una operadora de telefonía, formateó en el 2009 sus servidores y eliminó todos los contenidos que habían volcado miles de aficionados durante una década. La operadora alegó que ese segmento de facturación no era rentable.
Estos precedentes reflejan el hecho de que las grandes plataformas nacen y crecen de forma exponencial describiendo una curva similar a la de una epidemia o contagio vírico pero luego pueden decaer. La explosión de visitas se genera a partir de una singularidad, un punto en el que sucede una novedad o cambio tecnológico disruptivo que lo cambia todo y que atrae visitantes por el efecto del “boca a boca”. Sin embargo, el posterior ocaso de estos negocios recuerda a una curva “normal” o campana de Gauss, donde tras tocar techo empieza un lento declive que puede durar años y en el que encajaría la Wikipedia. El objetivo de este estudio es averiguar si la producción del periodista ciudadano genera rendimientos decrecientes y el volumen de contenidos volcados por los ciudadanos decrece con el tiempo, fenómeno que pondría en cuestión la sostenibilidad de las plataformas basadas en el crecimiento en base a los ciudadanos.
Existe otra posibilidad y es que el ciudadano que genera contenidos informativos o de entretenimiento para Internet se comporta como un consumidor y, por tanto, sigue la curva propia del consumo de un producto, con sus fases de novedad, adquisición compulsiva, maduración, fin de la moda y abandono. Sin embargo, la pendiente de la curva parece más compatible con una curva de oferta que con una de demanda.
9.1. El patrón de sostenibilidad de Benkler y el CBPP
La presente investigación entra en directa contradicción con la tesis del jurista Benkler (2006, 2015 en español) que defiende que la sociedad de redes y las modalidades de trabajo colaborativo no mercantil generan “un patrón sostenible de producción humana”. Sostiene que esta nueva forma de capitalismo redistribuirá la riqueza y el poder desde las élites hacia una mexcla más extensa de individuos, redes de iguales (per-to-per) y negocios capaces de adaptarse a la nueva situación (Mason, 2016:182). Benkler denomina “commons-based peer production” (CBPP) (producción entre iguales basada en bienes comunes), que combina lo mejor de la Wikipedia: un sistema de software abierto que es imposible de acaparar y una dirección y gestión sin centralizar. El hecho de que la tecnología sea barata también influye a la hora de generar esta economía de información en red, lo que permite eliminar las restricciones físicas a la producción cultural o creativa (2015:38). Benkler señala que esta economía en red proporciona tres beneficios a sus contribuidores: 1) mejora su capacidad para hacer más cosas por y para sí mismos 2) potencia la capacidad de hacer más cosas en el seno de las comunidades difusas sin estar obligado a organizar su relación a través de un sistema de precios o de modelos de organización y 3) mejora la capacidad de los individuos de hacer más en organizaciones formales que operan fuera de la esfera mercartil. Asegura que las pautas de producción social de información en red “no son una moda” sino una pauta “sostenible” gracias a la combinación de bien público, motivación y jerarquía del respeto meritocrático (2015:147).