Resumen del libro "Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro", de Paul Mason (2015)
Para ver el resumen actualizado y original:
Autor del resumen: E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, crecimiento económico, capitalismo,
.........................................Ficha técnica
Autor: Paul Mason
Título del libro: "Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro"
Título original en inglés: "Poscapitalism"
Publicación en inglés: 2015
Publicación en español: 2016, Barcelona: Espasa Libros, Paidós Estado y Sociedad
Páginas: 424
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Biografía del autor
Paul Mason es el redactor-jefe de economía del noticiario "Channel 4 News". Poseedor de diversos galardones por su trabajo, libros suyos son Meltdown: The End of the Age of Greed y Why It's Kicking Off Everywhere: The New Global Revolutions.
Colabora además en publicaciones como The Guardian o New Statesman.
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Texto de la contraportada
"Durante los dos últimos siglos, el capitalismo ha experimentado variaciones continuas de las que siempre ha salido transformado y fortalecido. Sin embargo, al repasar su turbulenta historia, Paul Mason se plantea si no estaremos ahora en el umbral de un cambio tan grande, tan profundo, que sea el capitalismo en sí el que haya alcanzado sus límites y esté mutando en algo totalmente nuevo".
"El elemento central de este cambio es la tecnología de la información, que ha supuesto una revolución tal que posee el potencial de reconfigurar por completo las concepciones del trabajo, la producción y el valor con las que estamos familiarizados y de destruir una economía basada en los mercados y en la propiedad privada: de hecho, él sostiene que ya están sucediendo ambas cosas".
"En este innovador libro, Mason nos muestra que tenemos hoy la oportunidad de levantar, de las cenizas de la reciente crisis financiera, una economía global más justa desde el punto de vista social y más sostenible. Trascender el capitalismo ha dejado de ser, tal como él nos enseña aquí, el sueño utópico que antaño se nos antojaba que era. Esta es la primera vez en toda la historia humana en la que, dotados de unos conocimientos que nos permiten comprender lo que está sucediendo a nuestro alrededor, podemos por fin predecir y dar forma a un cambio revolucionario, en vez de limitarnos simplemente a reaccionar a él".
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ÍNDICE
Primera parte
1. El neoliberalismo ya no funciona
2, Ondas largas, memorias cortas
3, ¿Marx tenía razón?
4. Una onda larga pero con alteraciones
Segunda parte
5. Los profetas del postcapitalismo
6. Hacia la máquina gratuita
7. Bella revuelta
Tercera parte
8. De las transiciones
9, Motivos racionales para el pánico
10. Proyecto cero
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RESUMEN
Paul Mason, al igual que muchos otros autores, se plantea cómo va a evolucionar la economía de coste marginal cero que ha creado Internet con la fórmula del "todo es gratis" que se está imponiendo progresivamente. Se trata del "infocapitalismo".
Pone como ejemplo que si los marcianos observasen la economía de la Tierra en 1991 verían grandes corporaciones y organizaciones dirigiendo la economía. Los trabajadores entrarían y saldrían de la fábrica sin apenas consumir. En el 2015, las cosas han cambiado: los trabajadores ahora consumen, incluso dentro de la fábrica (pensemos en las pizzas encargadas por los programadores de Google) y además hay un fenómeno totalmente nuevo e inaudito: hay gente que está produciendo gratis a cambio de nada, sobre todo en Internet. Esta economía de lo gratis lo ha desbaratado todo: no es lo que pueda llamar capitalismo [nota del lector: sí lo es si entendemos que el tipo que escribe entradas gratis en la Wikipedia es un consumidor de ocio que paga horas de conexión a Internet para divertirse haciendo el rol de erudito o sabio] pero esta producción gratis se está clasificando como una economía de lo común, quizás el germen de un futuro capitalismo.
Mason sospecha que no estamos asistiendo a una mutación del capitalismo sino a una nueva economía basada en la robotización y automatización donde apenas hace falta trabajo humano. Por no haber, ni siquiera hay beneficios porque todo es gratis. Ese planteamiento le hace buscar el modelo más parecido al "todo gratis" que haya existido hasta ahora; la economía planificada de la URSS, que generó crecimientos del 4 % al año entre 1928 y 1977. Sin embargo, esta ausencia de mercado fue desastrosa y el régimen se hundió, Ahora asistimos a un nuevo escenario que vuelve a plantear la existencia de una economía planificada: el Big Data permite conocer información perfecta sobre el mercado y planificar la producción, un sueño antes inimaginable. Es posible que tampoco funcione algo así porque el libre albedrío tiene mucho que ver.
Mason empieza explicando los ciclos económicos de 50 años de Kondratiev que alternan crisis y periodos de crecimiento cada 50 años desde el inicio del capitalismo en 1776. El cuarto ciclo de 1945 fue de crecimiento y duró hasta 1973 pero el neoliberalismo lo amplificó artificialmente hasta el 2008, por lo que se le considera un ciclo de crecimiento más largo de lo normal, posiblemente impulsado por el avance tecnológico y la ideología neoliberal que defiende el crecimiento ilimitado (un modelo que puede agotarse cuando se talen todos los árboles y se pesquen todos los peces). Según Mason, ahora estaríamos inmersos en el quinto ciclo de Kondratiev, en una época de crisis y transiciones. Grandes crisis hubo en 1828, 1883, 1929. (1973, 1979, 1991) y 2008.
Su tesis principal es que nos hallamos en el quinto ciclo de crisis de Kondratiev y que el neoliberalismo está "acabado". Actualmente, estamos entrando en una transición similar a la del feudalismo-capitalismo (del siglo XIV) y que todo apunta a que se está gestando una nueva sociedad de economía comunista-democrática donde habrá abundancia de bienes, poco trabajo y mucho ocio, renta mínima para todos... El todo gratis será una realidad gracias a la gestión informática del Big Data que permitirá planificar la economía de forma infinitamente más eficiente que lo hizo el bloque soviético, cuyo modelo fracasó. Como ya no será necesario trabajar, la gente podrá dedicarse a labores voluntarias y no remuneradas (por ejemplo, escribir para Wikipedia).
La tesis del autor arranca del supuesto hecho de que el neoliberalismo (teoría económica que domina la economía mundial desde 1975) se ha defenestrado por sí solo tras causar la crisis financiera del 2008, cataclismo que luego ha intentado remendar con austeridad y la posterior creación masiva de empleo precario pero sin ir al fondo del problema que era la regulación financiera. A ello se suma que el fomento del crecimiento ilimitado que propugna el neoliberalismo choca con los problemas de sostenibilidad medioambiental del planeta, genera una creciente desigualdad y su imparable emisión de gases (petróleo, fraking) es incompatible con el calentamiento global, un problema ecológico de primer orden que por sí solo no puede corregir el mercado. Mason sostiene que es necesaria la intervención estatal y la aplicación de la ley porque, si no se frena hasta los 2 grados de subida, las sequías y el hambre arrasarán un planeta superpoblado de 9.000 millones de habitantes, con un gran crecimiento en el Sur, justo donde ahora se prevé que habrá más sequía, paro y hambre.
Por otro lado, el neoliberalismo basó (y basa) su crecimiento en la creación continua de nuevos mercados, por lo que la globalización fue su cultivo natural de crecimiento. Sin embargo, Mason advierte que tras la crisis del 2008 se ha producido una involución nacionalista que está reduciendo la globalización mediante políticas proteccionistas (como en los años 30: el principio de empobrecer al vecino para sobrevivir yo). Puede que los grandes países ya no estén confiando en el mercado como mejor sistema de abastecimiento y han empezado a buscar su autosuficiencia: Estados Unidos buscó una nueve fuente de energía en el "fracking" que aunque es poco ecológico le permite abastecerse de combustible barato y sin problemas internacionales (aunque Arabia abarató el petróleo para competir con el "fracking"). Por su parte, China acaparó los metales conocidos como "tierras raras" para abastecer su industria del teléfono, y Europa no tiene más remedio que apostar por las energías renovables para no depender del gas ruso. No hay que olvidar que los combustibles son un instrumento geoestratégico en el tablero de ajedrez mundial.
Además, el neoliberalismo no encaja con el infocapitalismo (que promueve la creación gratuita de bienes por parte del ciudadano-consumidor). A todo esto se suma la revolución tecnológica que permite abaratar los productos (a no ser que la producción caiga en manos de los monopolios). Para colmo, la robotización que, se prevé, eliminará el 47 % de los puestos de trabajo en una o dos décadas. El fin del trabajo (que anticipó Rifkin en 1995) está a la vuelta de la esquina y la pretensión del neoliberalismo es crear trabajo mediante minijobs o trabajos precarios o absurdos e innecesarios. La falta de trabajo conduce a otra "tormenta perfecta": el progresivo envejecimiento demográfico es que solo haya un trabajador por cada pensionista. La solución neoliberal ha sido privatizar las pensiones pero ese seguro privado "no es seguro" porque están invirtiendo en deuda de estados soberanos que duplicarán su deuda hasta el 200 % del PIB en unos años, y los bonos de muchos países serán pura basura que ningún inversor se arriesgará a comprar.
Teniendo en cuenta las dudas sobre el futuro del neoliberalismo, Mason sostiene que estamos entrando en una transición del modelo neoliberal al infocapitalismo para luego pasar a un nuevo estadio que vendría a ser una especie de neocomunismo de mercado aunque su programa se parece más a un New Deal del presidente D.F. Roosveelt (con una fuerte intervención estatal en la economía) que aparece mezclado con el cooperativismo.
Mason sostiene que la revolución del "Internet de las Cosas" permitirá generar los pentabytes de información necesarios para poner en marcha el viejo ideal de disponer de la "máxima información" necesaria para planificar una economía pero no pensando en el futuro (como hacían los planificadores quinquenales soviéticos) sino planificar en el mismo instante y cubrir todas las necesidades. Las neveras, la calefacción o el coche transmitirán datos en directo a través de la tecnología 5G, que luego un ente administrativo gestionará en tiempo real para surtir las necesidades de producción (al estilo de los marcianos de Boronov en "Estrella Roja" (1909)) de toda la sociedad en red. Estas eficiencias permitirán producir al coste los alimentos y bienes básicos. El Estado debería nacionalizar sectores estratégicos como la electricidad porque, según dice, los recursos energéticos estarían mejor gestionados por la Administración, rigurosa con la ley, que por los monopolios y empresas privadas cuyo objetivo es extraer el máximo combustible fósil, encarecer los precios para ganar más y que parecen poco sensibilizadas con lo que pasa con el calentamiento global.
En este modelo postcapitalista que propone Mason, la robotización habrá eliminado los pocos trabajos que queden, o reducido el trabajo a una diversión (como se divierten los programadores de videojuegos) y los ciudadanos tendrán mucho ocio y tiempo libre disponible [nota del lector: por decirlo de una manera eufemística] para escribir entradas en la Wikipedia o escribir poesía. En este contexto de abundancia, todos podrán recibir una renta básica que les valga de sustento además de disponer de una vivienda al coste y servicios de auga y luz muy baratos gracias a una renacionalización de los sectores básicos de la economía.
[nota del lector: hay algo que no cuadra, si con el calentamiento global nos acercamos a una situación apocalíptica de sequías y superpoblación, al estilo malthusiano, cómo puede decir que el infocapitalismo y el postcapitalismo va a traer abundancia. En todo caso, con ahorros del 30 % como dice Mason, se viviría una época de eterna austeridad].
Mason aclara que su modelo no es un "ciberestalinismo" sino un sistema comunista-democrático, donde la Administración gestiona la economía en función del bien común, se deja libre iniciativa a los emprendedores para que puedan patentar inventos relacionados con las energías renovables (sector de la economía que quedaría liberalizado para que se pudiese competir), y donde las pymes puedan crecer sin los monopolios, que son desmenuzados. En este futuro-propuesta que defiende Mason se fomentaría el trabajo en red y en equipo para hacer cosas más baratas y de forma más eficiente, en beneficio de toda la comunidad. Menciona la cooperativa vasca Mondragón como un ejemplo a seguir por su eficiencia, ya que tiene gran variedad de empresas en las que rotar a los trabajadores excedentes.
El autor señala que hasta los ricos y los superejecutivos (ese 1 %) quedarían liberados de la carga de tanto estrés por dirigir grandes monopolios y ganar montañas de dinero (que cederían con una tasa más alta de impuestos), lo que sería más bueno para su salud que tener que hacer gimnasia a las 6 de la mañana, lo que les haría estar más contentos sin tantas preocupaciones. Uno de los problemas que ve Mason es que algunos miembros de esa superélite de la finanzas educada en la Ivy League universitaria está empezando a debatir si una dictadura de estilo chino a lo mejor no es tan mala para los negocios capitalistas como parece.
[nota del lector: mezclar dictadura y capitalismo se intentó algo así en los años 30, mezclada con nacionalismo, y resultó ser una combinación muy chunga. Por otro lado, el modelo más cercano a lo que describe Mason es China, que aunque no es un país democrático porque está dirigido por un partido único, sí es cierto que promueve la libertad de empresa capitalista a la vez que el Estado hace planificación económica y se encarga de montar las infraestructuras básicas para que la economía sea funcional. Es solo una hipótesis, pero parece lógico que los planificadores chinos ya estén haciendo minería de datos del Big Data que generan los "smartphones" de sus ciudadanos-consumidores para prever la demanda y las necesidades de producción en ciertos sectores].
Por la lectura del libro, se trasluce que el obrero vuelve a jugar un importante papel pero esta vez como "infoobrero" conectado en red y mejor informado que el minero huelguista del siglo XIX.
Las tres líneas argumentales de Mason son las siguientes:
1) La planificación económica puesta marcha en la URSS en 1928 fracasó por los motivos expuestos por los economistas occidentales (e incluso soviéticos, luego purgados): la mejor forma de saber la información sobre la demanda y oferta de un mercado es a través de los precios (como apuntó la escuela austríaca). Los planificadores soviéticos no podían acceder a toda la información en tiempo real y cuando la burocracia implementaba su plan ya se había quedado obsoleto. Sin embargo, Mason recuerda que, posteriormente, un economista ruso sugirió que a través de la oferta (la escasez de un producto) se podría deducir la demanda y poder planificar con bastante exactitud. Todo estos inconvenientes han sido superados por el infocapitalismo: el Big Data y el Internet de las Cosas permite tener información en tiempo real de las necesidades del mercado y actuar en consecuencia para evitar la sobreproducción o abastecer donde hace falta. ¿Para qué se necesita planificar? Mason recuerda que, según las estimaciones, para el 2050 la temperatura habrá subido dos grados respecto a la era preindustrial y, si no se frena por las buenas las emisiones contaminantes, los estados tendrían que intervenir.
2) Nos hallamos ante una transformación social tan profunda como la que supuso el paso del feudalismo al capitalismo (descrita por Shakespeare) [Nota del lector: yo añadiría a Cervantes, que en El Quijote se mofa del feudalismo y toda Europa ríe con él]. En el siglo XVI-XVII ya es evidente que ha cambiado la mentalidad de los europeos: los amantes Romeo y Julieta anteponen su amor a la obediencia paterna, el rey Eduardo III no puede pagar las deudas a los banqueros genoveses. Mason dice que si en una novela de Shakespeare apareciese un inventor que trabaja como un loco para patentar un invento (que sí sale en las novelas de Dickens en el siglo XIX), los espectadores isabelinos pensarían que era un obrero cómico porque en aquella época no existe ninguna figura de este tipo. Del mismo modo, y un poco siguiendo el argumento de Mason, si en una serie de televisión del 1985 sale un infoobrero que trabaja gratis nadie entendería muy bien su papel pero sería fácilmente reconocible en el 2016 como un colaborador de la Wikipedia.
3) Otro factor a tener en cuenta por Mason es la evolución del movimiento obrero y el sindicalismo desde el siglo XIX hasta quedar reducido a cenizas con el neoliberalismo de Reagan y Thatcher. La izquierda llegó a la conclusión de que la planificación corregiría los movimientos caóticos del mercado. En el siglo XX, los bolcheviques rusos se dieron cuenta de que los obreros estaban desinformados y no tenían una estrategia clara para alcanzar el poder ni gobernar, pues solo buscaban mejorar sus condiciones laborales, por lo que una élite burocráta dirigió la estrategia, de lo que surgió la URSS, un estado socialista totalitario en un país agrario sin apenas industria. Algunos, como el soviet Alexander Bogdanov, se percataron en 1905 de que el obrero solo podría gobernar en una sociedad altamente informatizada y tecnológicamente avanzada. Fue purgado pero su libro Estrella Roja se convirtió en un best-seller. Mason sostiene que en Occidente, tras años de lucha, obreros y capitalistas llegaron a un equilibrio en 1945 por el que los trabajadores obtenían mejores salarios, menos horas de trabajo, ventajas sanitarias. Durante 30 años, el Estado de Bienestar funcionó estupendamente y generó un crecimiento exponencial de la economia y la población pero desde 1980 empezaron los recortes aplicados por los neoliberales al sector público con la idea de desmantelarlo para buscar nuevos nichos de negocio en la privatización. El sindicalismo fue anulado y dejó de ser un problema para la eficiencia empresarial. La paradoja es que en el 2016 nos encontramos ante otro tipo de obrero: el infoobrero, que trabaja en red y que está conectado con el mundo y permanentemente informado a través de su "smartphone".
Por otro lado, el sindicalismo desde 1975 con el fin de las huelgas que venían sucediendo desde 1960 está desmontado. Grandes pensadores de la izquierda dejaron de pensar en la lucha de clases y se dedicaron a otras cuestiones sociales que ya nada tenían que ver con el control del sistema económico (hambre en el mundo, desigualdad, ecología, feminismo, defensa de colectivos marginados) [nota del lector: es la misma crítica que hace Giddens a la izquierda en La tercera vía ].
Finalmente, Mason dice que ahora no existe propiamente un obrero de la información sino una Humanidad conectada en red que dificilmente renunciará a las ventajas que le proporciona el "todo gratis" de Internet.
4) "El Fragmento sobre las máquinas" que escribió Marx en 1858 y que quedó olvidado en un desván durante cien años se ha vuelto de suma actualidad porque sostiene que el mecanismo del mercado se diluye por la acción del conocimiento social. Mason rescata un capítulo inédito del Capital manuscrito por Marx y olvidado durante un siglo. Se trata de una predicción sobre el capitalismo altamente robotizado. El economista alemán especula sobre un desarrollo del capitalismo hasta puntos en que existe una total automatización de la producción, por lo que los obreros solo se dedican a supervisar las máquinas, arreglarlas o diseñarlas. En una economía así, la fuerza productiva principal sería la producción y la naturaleza del conocimiento insertado en estas debe ser "social". La cuestión ya no sería de los salarios frente a las ganancias sino la de quién controla ese "poder de conocimiento". Supongamos que una programadora hace un "software" para una empresa, que se queda con todas las patentes, pero esta trabajadora conserva en su cerebro todo el conocimiento y puede ser fichada por otra firma. Lo que viene a decir Marx (que no conocía a los programadores web pero si a los operadores de telégrafos) es que con la información sucede que parte del producto se queda en el trabajador, lo cual no sucedía con lo que producían los trabajadores durante la era industrial. Para Marx el capitalismo basado en el conocimiento da pie a una contradicción: concretamente, entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales. "Unas y otras constituyen las condiciones materiales para hacer saltar esa base (del capitalismo) por los aires". Además, añade Mason, este tipo de capitalismo se ve forzado a desarrollar el poder intelectual del trabajador porque incluso reducirá sus horas de trabajo. Y Marx, señala el autor, menciona otro concepto: "el intelecto colectivo" porque al medir el desarrollo de la tecnología estamos midiendo el grado en que el conocimiento social general se ha convertido en fuerza productiva [...] bajo los controles del general intellect.
Mason concluye que desde 1945 el crecimiento de Estados Unidos es exponencial, seguido de Europa. No sabemos qué puede traer el infocapitalismo y el postcapitalismo. Cree que el Estado debe acelerar la transición.
Comentarios finales a la obra:
La tesis de Mason entronca en la de autores como Rifkin, el cual ve un mundo maravilloso montado en torno al Internet de las Cosas y otros avances que volverán a generar cosas para el bien común. Pero, tal y como ha devenido la historia humana, de momento las máquinas no han liberado a nadie de seguir trabajando como predicen las utopías ni han permitido que el escaso trabajo se haya repartido entre todos para evitar el desempleo. Todavía no hemos visto al mayordomo-robot llevándote el "daykiri" a la piscina en tus eternas vacaciones. No cabe duda de que el Estado intentará controlar o intervenir en sectores clave de la economía pero eso no parece conducir a un nuevo Estado del Bienestar. El hecho, como dice Mason, de que la economía del todo gratis devendrá en un estado comunitario no acaba de encajar con los hechos observados: no sabemos si dentro de una década todos los periódicos se van a poner de acuerdo para cobrar 10 euros al mes por leer la prensa online... con lo que se desbarataría el argumento. Por otro lado, parece más probable que el infocapitalismo se perpetúe más tiempo con ingeniosas fórmulas para generar ganancias que permitan sobrevivir al sistema en vez de evolucionar a un post-capitalismo.
En la historia que narra Mason del movimiento obrero parece traslucirse que obreros y capitalistas están aliados porque se necesitan el uno al otro para sobrevivir, a no ser que esa alianza se rompa con la automatización total de la industria. Pero entonces, ¿quién compraría los coches?
Por otra parte, ese futuro postcapitalista del que habla Mason no parece tan halagüeño: Estados que usan los Big Data de los ciudadanos para planificarlo todo y que tienen controlada la economía para salvar el medioambiente. Quizás ese sea el camino que está emprendiendo el mundo pero más que a utopía suena a distopía.
[nota del lector: mezclar dictadura y capitalismo se intentó algo así en los años 30, mezclada con nacionalismo, y resultó ser una combinación muy chunga. Por otro lado, el modelo más cercano a lo que describe Mason es China, que aunque no es un país democrático porque está dirigido por un partido único, sí es cierto que promueve la libertad de empresa capitalista a la vez que el Estado hace planificación económica y se encarga de montar las infraestructuras básicas para que la economía sea funcional. Es solo una hipótesis, pero parece lógico que los planificadores chinos ya estén haciendo minería de datos del Big Data que generan los "smartphones" de sus ciudadanos-consumidores para prever la demanda y las necesidades de producción en ciertos sectores].
Por la lectura del libro, se trasluce que el obrero vuelve a jugar un importante papel pero esta vez como "infoobrero" conectado en red y mejor informado que el minero huelguista del siglo XIX.
Las tres líneas argumentales de Mason son las siguientes:
1) La planificación económica puesta marcha en la URSS en 1928 fracasó por los motivos expuestos por los economistas occidentales (e incluso soviéticos, luego purgados): la mejor forma de saber la información sobre la demanda y oferta de un mercado es a través de los precios (como apuntó la escuela austríaca). Los planificadores soviéticos no podían acceder a toda la información en tiempo real y cuando la burocracia implementaba su plan ya se había quedado obsoleto. Sin embargo, Mason recuerda que, posteriormente, un economista ruso sugirió que a través de la oferta (la escasez de un producto) se podría deducir la demanda y poder planificar con bastante exactitud. Todo estos inconvenientes han sido superados por el infocapitalismo: el Big Data y el Internet de las Cosas permite tener información en tiempo real de las necesidades del mercado y actuar en consecuencia para evitar la sobreproducción o abastecer donde hace falta. ¿Para qué se necesita planificar? Mason recuerda que, según las estimaciones, para el 2050 la temperatura habrá subido dos grados respecto a la era preindustrial y, si no se frena por las buenas las emisiones contaminantes, los estados tendrían que intervenir.
2) Nos hallamos ante una transformación social tan profunda como la que supuso el paso del feudalismo al capitalismo (descrita por Shakespeare) [Nota del lector: yo añadiría a Cervantes, que en El Quijote se mofa del feudalismo y toda Europa ríe con él]. En el siglo XVI-XVII ya es evidente que ha cambiado la mentalidad de los europeos: los amantes Romeo y Julieta anteponen su amor a la obediencia paterna, el rey Eduardo III no puede pagar las deudas a los banqueros genoveses. Mason dice que si en una novela de Shakespeare apareciese un inventor que trabaja como un loco para patentar un invento (que sí sale en las novelas de Dickens en el siglo XIX), los espectadores isabelinos pensarían que era un obrero cómico porque en aquella época no existe ninguna figura de este tipo. Del mismo modo, y un poco siguiendo el argumento de Mason, si en una serie de televisión del 1985 sale un infoobrero que trabaja gratis nadie entendería muy bien su papel pero sería fácilmente reconocible en el 2016 como un colaborador de la Wikipedia.
3) Otro factor a tener en cuenta por Mason es la evolución del movimiento obrero y el sindicalismo desde el siglo XIX hasta quedar reducido a cenizas con el neoliberalismo de Reagan y Thatcher. La izquierda llegó a la conclusión de que la planificación corregiría los movimientos caóticos del mercado. En el siglo XX, los bolcheviques rusos se dieron cuenta de que los obreros estaban desinformados y no tenían una estrategia clara para alcanzar el poder ni gobernar, pues solo buscaban mejorar sus condiciones laborales, por lo que una élite burocráta dirigió la estrategia, de lo que surgió la URSS, un estado socialista totalitario en un país agrario sin apenas industria. Algunos, como el soviet Alexander Bogdanov, se percataron en 1905 de que el obrero solo podría gobernar en una sociedad altamente informatizada y tecnológicamente avanzada. Fue purgado pero su libro Estrella Roja se convirtió en un best-seller. Mason sostiene que en Occidente, tras años de lucha, obreros y capitalistas llegaron a un equilibrio en 1945 por el que los trabajadores obtenían mejores salarios, menos horas de trabajo, ventajas sanitarias. Durante 30 años, el Estado de Bienestar funcionó estupendamente y generó un crecimiento exponencial de la economia y la población pero desde 1980 empezaron los recortes aplicados por los neoliberales al sector público con la idea de desmantelarlo para buscar nuevos nichos de negocio en la privatización. El sindicalismo fue anulado y dejó de ser un problema para la eficiencia empresarial. La paradoja es que en el 2016 nos encontramos ante otro tipo de obrero: el infoobrero, que trabaja en red y que está conectado con el mundo y permanentemente informado a través de su "smartphone".
Por otro lado, el sindicalismo desde 1975 con el fin de las huelgas que venían sucediendo desde 1960 está desmontado. Grandes pensadores de la izquierda dejaron de pensar en la lucha de clases y se dedicaron a otras cuestiones sociales que ya nada tenían que ver con el control del sistema económico (hambre en el mundo, desigualdad, ecología, feminismo, defensa de colectivos marginados) [nota del lector: es la misma crítica que hace Giddens a la izquierda en La tercera vía ].
Finalmente, Mason dice que ahora no existe propiamente un obrero de la información sino una Humanidad conectada en red que dificilmente renunciará a las ventajas que le proporciona el "todo gratis" de Internet.
4) "El Fragmento sobre las máquinas" que escribió Marx en 1858 y que quedó olvidado en un desván durante cien años se ha vuelto de suma actualidad porque sostiene que el mecanismo del mercado se diluye por la acción del conocimiento social. Mason rescata un capítulo inédito del Capital manuscrito por Marx y olvidado durante un siglo. Se trata de una predicción sobre el capitalismo altamente robotizado. El economista alemán especula sobre un desarrollo del capitalismo hasta puntos en que existe una total automatización de la producción, por lo que los obreros solo se dedican a supervisar las máquinas, arreglarlas o diseñarlas. En una economía así, la fuerza productiva principal sería la producción y la naturaleza del conocimiento insertado en estas debe ser "social". La cuestión ya no sería de los salarios frente a las ganancias sino la de quién controla ese "poder de conocimiento". Supongamos que una programadora hace un "software" para una empresa, que se queda con todas las patentes, pero esta trabajadora conserva en su cerebro todo el conocimiento y puede ser fichada por otra firma. Lo que viene a decir Marx (que no conocía a los programadores web pero si a los operadores de telégrafos) es que con la información sucede que parte del producto se queda en el trabajador, lo cual no sucedía con lo que producían los trabajadores durante la era industrial. Para Marx el capitalismo basado en el conocimiento da pie a una contradicción: concretamente, entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales. "Unas y otras constituyen las condiciones materiales para hacer saltar esa base (del capitalismo) por los aires". Además, añade Mason, este tipo de capitalismo se ve forzado a desarrollar el poder intelectual del trabajador porque incluso reducirá sus horas de trabajo. Y Marx, señala el autor, menciona otro concepto: "el intelecto colectivo" porque al medir el desarrollo de la tecnología estamos midiendo el grado en que el conocimiento social general se ha convertido en fuerza productiva [...] bajo los controles del general intellect.
Mason concluye que desde 1945 el crecimiento de Estados Unidos es exponencial, seguido de Europa. No sabemos qué puede traer el infocapitalismo y el postcapitalismo. Cree que el Estado debe acelerar la transición.
Comentarios finales a la obra:
La tesis de Mason entronca en la de autores como Rifkin, el cual ve un mundo maravilloso montado en torno al Internet de las Cosas y otros avances que volverán a generar cosas para el bien común. Pero, tal y como ha devenido la historia humana, de momento las máquinas no han liberado a nadie de seguir trabajando como predicen las utopías ni han permitido que el escaso trabajo se haya repartido entre todos para evitar el desempleo. Todavía no hemos visto al mayordomo-robot llevándote el "daykiri" a la piscina en tus eternas vacaciones. No cabe duda de que el Estado intentará controlar o intervenir en sectores clave de la economía pero eso no parece conducir a un nuevo Estado del Bienestar. El hecho, como dice Mason, de que la economía del todo gratis devendrá en un estado comunitario no acaba de encajar con los hechos observados: no sabemos si dentro de una década todos los periódicos se van a poner de acuerdo para cobrar 10 euros al mes por leer la prensa online... con lo que se desbarataría el argumento. Por otro lado, parece más probable que el infocapitalismo se perpetúe más tiempo con ingeniosas fórmulas para generar ganancias que permitan sobrevivir al sistema en vez de evolucionar a un post-capitalismo.
En la historia que narra Mason del movimiento obrero parece traslucirse que obreros y capitalistas están aliados porque se necesitan el uno al otro para sobrevivir, a no ser que esa alianza se rompa con la automatización total de la industria. Pero entonces, ¿quién compraría los coches?
Por otra parte, ese futuro postcapitalista del que habla Mason no parece tan halagüeño: Estados que usan los Big Data de los ciudadanos para planificarlo todo y que tienen controlada la economía para salvar el medioambiente. Quizás ese sea el camino que está emprendiendo el mundo pero más que a utopía suena a distopía.
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