Resumen del libro "En defensa de la Ilustración", de Steven Pinker (2018)
Resumen original y actualizado en el siguiente link:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/10/en-defensa-de-la-ilustracion-de-steven.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, progreso, ciencia, humanismo, economía política, psicología social
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Ficha técnica
Título: "En defensa de la Ilustración"
Subtítulo: Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso
Título original: Enlightenment Now
Autor: Steven Pinker
Edición en inglés: 2018
Edición en español: Paidós / Espasa Libros, SLU, Barcelona, 2018
Número de páginas: 740
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Biografía oficial del autor (hasta el 2018)
Steven Pinker (Montreal, 1954), profesor Johnstone de Psicología en la Universidad de Harvard, es un prominente psicólogo experimental americano, científico cognitivo y un popular escritor, conocido por su defensa enérgica y de gran alcance de la psicología evolucionista y de la teoría computacional de la mente.
Realizó sus estudios en la Universidad McGill y en la Universidad de Harvard, donde obtuvo su doctorado; fue elegido para ingresar en la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, y es miembro de la Asociación Psicológica Americana y de la Sociedad Psicológica Americana.
Finalista en dos ocasiones del Premio Pulitzer, es autor de varios libros, entre los que destacan La tabla rasa y Los ángeles que llevamos dentro, ambos publicados por Paidós.
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Texto de la contraportada
Bill Gates dice: "El mejor libro que he leído nunca"
"Si creías que el mundo estaba llegando a su fin, esto le interesa: vivimos más años y la salud nos acompaña, somos más libres y, en definitiva, más felices; y aunque los problemas a los que nos enfrentamos son extraordinarios, las soluciones residen en el ideal de la Ilustración: el uso de la razón y de la ciencia.
En esta elegante evolución de la condición humana en el tercer milenio, el científico cognitivo e intelectual Steven Pinker nos insta a ver con otra perspectiva los titulares alarmistas y las profecías apocalípticas que juegan con nuestros prejuicios psicológicos. En cambio, haciendo uso de datos empíricos, muestra que la vida, la salud, la prosperidad, la seguridad, la paz, el conocimiento y la felicidad van en aumento no solo en Occidente, sino en todo el mundo. Este progreso no es el resultado de ninguna fuerza cósmica. Es un regalo de la Ilustración: la convicción de que la razón y la ciencia pueden mejorar el florecimiento humano.
Lejos de ser una esperanza ingenua, la Ilustración, ahora lo sabemos, ha funcionado. Pero hoy más que nunca necesita que la defendamos con vigor. Con profundidad intelectual y estilo literario, En defensa de la Ilustración defiende la razón, la ciencia y el humanismo: los ideales que necesitamos para enfrentarnos a nuestros problemas y continuar nuestro progreso".
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ÍNDICE
Primera parte : La Ilustración
1. ¡Atrévete a saber!
2. Entro, evo, info
3. Contrailustraciones
Segunda parte: El progreso
4. Progresofobia
5. Vida
6. Salud
7. Sustento
8. Riqueza
9. Desigualdad
10. Medio ambiente
11. Paz
12. Seguridad
13. Terrorismo
14. Democracia
15. Igualdad de derechos
16. Conocimiento
17. Calidad de vida
18. Felicidad
19. Amenazas existenciales
20. El futuro del progreso
Tercera Parte: Razón, ciencia y humanismo
21. Razón
22. Ciencia
23. Humanismo
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RESUMEN
Comentarios iniciales: Steven Pinker se suma a los autores "positivos" que destacan el progreso alcanzado en los últimos siglos. En general, resaltan las grandes conquistas realizadas en materia de sanidad e higiene, crecimiento de la población acompañado de aumento de las productividad de las cosechas, mejora de la calidad de vida, etc... Estos autores elogian los grandes avances que ha hecho la Humanidad gracias a la razón y la ciencia desde el siglo de las Luces, lo que ellos relacionan con las virtudes del modo de vida liberal, democrático y capitalista. Creen que este sistema es el que ha llevado a las más altas cotas de progreso mundial si se echa una vista atrás, hasta el siglo XVIII. Detrás de la salida en defensa del progreso subyace otro problema que es la posible decadencia de las políticas liberales que pudieron haber decepcionado a gente o que dejan "perdedores" por el camino.
En este caso, Pinker defiende la Ilustración (animado por las palabras de Hayek) de que este proyecto "ha funcionado" pero la razón, la ciencia y el humanismo han sido menospreciados pero él dice que "son una razón para vivir".
Pinker comienza su libro contando que en una conferencia habló de que la mente se rige por patrones neuronales pues no somos más que un conjunto de átomos y un joven se levantó y le preguntó: "Entonces [si todo está predeterminado], ¿por qué debería vivir?" El autor quiso escribir este libro para explicar que la razón es buena y de reafirmar los ideales de la Ilustración (también llamados humanismo, sociedad abierta y liberalismo cosmopolita o clásico). Recalca que ignorar los avances del progreso humano puede conducir a síntomas más graves que la angustia existencial: "Puede fomentar el cinismo de la gente en lo que atañe a las instituciones inspiridas en la Ilustración que están garantizando el progreso, tales como la democracia liberal y las organizaciones de cooperación internacional, alentando así alternativas atávicas".
El autor explica que los ideales de la Ilustración son productos de la razón humana, pero siempre en pugna con otras facetas de la naturaleza humana: la lealtad a la tribu, la deferencia hacia la autoridad, el pensamiento mágico o la culpabilización a los malhechores por los infortunios.
Recalca que en la segunda década del siglo XXI ha asistido al surgimiento de movimientos políticos que describen sus países como sociedades abocadas a una infernal distopía por facciones malignas a las que solo puede hacer frente un líder fuerte que retrotraiga enérgicamente al país a su pasado con el fin de hacerlo "grande de nuevo". En estos relatos, se hace hincapié en que la modernidad ha fracasado y todos los aspectos de la vida están sumidos en una crisis cada vez más profunda. Pinker dice que resulta más difícil hallar una concepción positiva que vea los problemas del mundo en un contexto de progreso sobre el que intente construir, solucionando a su vez dichos problemas.
El autor explica que la Ilustración surge en el siglo XVIII y que uno de los máximos exponentes es Kant y la máxima "atrévete a saber".
Señala que desde la década de 1960 se ha producido la quiebra de la confianza en las instituciones de la modernidad y la segunda década del siglo XXI ha asistido al surgimiento de movimientos populares que rechazan abiertamente los ideales de la Ilustración. Son tribalistas en lugar de cosmopolitas, autoritarios en lugar de democráticos, desdeñosos hacia los expertos en lugar de respetuosos hacia el conocimiento y nostálgicos de un pasado idílico en lugar de esperanzados respecto a un futuro mejor. No solo es populismo, dice Pinker.
Las críticas al proyecto de la Ilustración son que es una invención occidental, inapropiada para el mundo en toda su diversidad. El autor replica que cualquier humano, venga de donde venga, puede comprometerse con estas ideas que emanan de la propia razón humana. El autor recuerda que tras surgir la Ilustración tuvo su rápida respuesta: el romanticismo, que negaban que la razón pudiese separarse a la emoción, y glosaron la lucha heroica. En el siglo XXI apareció, "aunque parezca una locura", otra corriente de contrailustrados en un repertorio sorprendente de movimientos culturales e intelectuales de las élites.
Ideales contrailustrados del siglo XXI
1) La fe religiosa (elevan algún bien moral por encima del bienestar de los humanos, valorar las almas por encima de las vidas)
2) El nacionalismo (las personas son las células imprescindibles de un superorganismo (un clan, tribu, grupo étnico, religión, raza, clase, nación) y el bien supremo es la gloria de esta colectividad en lugar del bienestar de las personas que la integran). No tiene que ver con los ideales cívicos o la responsabilidad civil.
3) El ecosistema (el romántico movimiento verde no ve la captación humana de energía como una forma de resistir la entropía y promover la prosperidad humana, sino como un crimen atroz contra la naturaleza. La salvación pasaría por arrepentirnos y repudiar la tecnología y el crecimiento económico y volver a un modo de vida más sencillo).
4) El decadentismo A (lamenta nuestros escarceos prometeicos con la tecnología: contaminación, armas nucleares, ciberterror, bioterror, inteligencia artificial, nanotecnología y otras amenazas existenciales. Incluso si la civilización escapa a la aniquilación total le espera un mundo feliz orweliano y una distopía violenta e injusta).
5) El decadentismo B (se atormenta de que la vida es demasiado agradable y segura pues el capitalismo ha condenado a la gente a una vida atomizada, conformista, consumista, materialista, desarraigada, rutinizada y embrutecedora; lo que genera alienacion, anomia, apatía. La respuesta es el heroísmo sagrado y la violencia aristocrática)
Respecto a los pesimistas hay dos tipos: los pesimistas históricos temen la caída pero lamentan que seamos incapaces de detenerla / los pesimistas culturales dicen que de los escombros del colapso surgirá un nuevo orden que será superior.
6) La Segunda Cultura (condena y desdén hacia la ciencia; pone por encima la "gran literatura" por encima de "elevar el nivel de vida" de la población mediante la ciencia. La segunda cultura se refiere a las humanidades). Cita a Lewis.
El humanismo ilustrado, que defiende que el bien supremo radica en usar el conocimiento para fomentar el bienestar humano, "deja frío a la gente". El autor señala que a día de hoy se sigue creyendo que el mundo es un valle de lágrimas y que por eso hay que comenzar a defender y valorar la idea del progreso.
El autor también critica a los intelectuales porque "odian el progreso", incluidos los que se llaman a sí mismos "progresistas". No odian los frutos del progreso sino la idea de progreso: la creencia ilustrada en que nuestra compresión del mundo puede mejorar la condición humana. Critican la fe ciega en el mito de la marcha imparable del progreso inevitable. El autor cita el libro "La idea de la decandencia en la historia occidental", de Arthur Herman, que habla de los "profetas de la fatalidad" en los que incluye a Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger, Adorno, Benjamin, Marcuse, Paul-Sartre, Fanon, Foucault, Edward Said, Cornel West y otros "ecopesimistas". En "La historia de la idea de progreso", Robert Nisbet coincide en que "el escepticismo respecto al progreso intelectual ha crecido y se ha propagado entre la mayoría de los intelectuales del último cuarto del siglo XX y entre millones de occidentales".
Hay una "brecha del optimismo" (la gente cree que su situación mejorará pero no la de su país o la situación del medioambiente).
El autor cuenta que, pese al progreso, aún hay amenazas existenciales para el crecimiento económico y el buen nivel de vida. Cita el fanatismo religioso (islamistas radicales, sectas evangélicas) y el populismo entre ellas. Considera que la democracia ha avanzado en América, Europa y Asia pero se ha estancado en los países musulmanes, donde todavía sigue sin hacerse la separación entre Estado y religión ni se ha formado una sociedad laica como en el resto del mundo, por lo que estos países son los que figuran en las cotas más bajas de desarrollo humano y que el autor considera la base para una sociedad libre.
En cuanto al populismo, señala que un análisis estadístico sobre los votantes de Donald Trump (al que critica por su regresionismo) revela que la mayoría de los que le votaron no estaban muy preocupados por la Economía (ni por el empleo ni la deslocalización) como se pensaba sino que el presidente captó el voto de los menos formados y con menor nivel educativo. Por eso, ellos ven la inmigración como una amenaza. A ello se suma que los laicos se quedaron en casa sin votar mientras que los evangélicos y otros fundamentalistas religiosos cristianos (Tea Party) movilizaron a sus bases para ir a las urnas. También hay una mayor proporción de blancos protestantes que van a votar frente a otros segmentos poblacionales menos participantes.
Hay otro dato, dice el autor, y es que cada generación se hace más laica que la anterior. El laicismo está avanzando en los países más ricos y los "millennials" (nacidos entre 1980 y el 2000) son mucho más laicos que la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980) y todavía más que la generación "babby boom" (1947-1965) o la Generación Silenciosa (1929-1945).
El autor también habla de una Segunda Cultura.
Respecto al regresionismo, se produce una contradicción entre la tendencia general a progresar (el autor dice que no es fácil frenar una marea que dura dos siglos) y el regresionismo (políticas populistas o fundamentalistas que boicotean la igualdad de la mujer, los derechos humanos, la libre competencia, la redistribución de la riqueza o la asistencia pública)
El autor también afirma que se ha reducido la violencia y critica que se incluya como violencia, por ejemplo, las campañas publicitarias o el "bullyng" en los colegios, "algo de toda la vida". Cree que se está exagerando sobre lo que es violencia.
Respecto al cambio climático, admite que solo cuatro científicos entre 69.000 niegan el cambio climático pero la solución realista pasaría por imponer un impuesto al consumo de carbono (algo a lo que se oponen tanto los millonarios hermanos Koch como la activista Naomi Klein) porque así la gente tiene que elegir entre ducharse en agua caliente o coger el coche para hacer una excursión el domingo. La solución más factible, según Pinker, es montar centrales nucleares de cuarta generación porque no contaminan y generan enormes cantidades de energía de forma muy segura. Añade que el gas es lo menos contaminante que hay frente a quemar madera y que habría que plantar más árboles para captar el CO2 sobrante en la atmósfera y que aún sigue ahí. Dice que muere más gente por respirar carbón que por los accidentes nucleares (solo hubo tres, Chernobil, Pennsilvania y Fukuyama). Lo ve más factible que apostar por las alternativas como la energía eólica (el viento no sopla siempre) o solar (porque había que llenar países enteros de paneles solares). A ello se suma que la contaminación se ha reducido desde los tiempos del londres victoriano del siglo XIX y ahora.
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CRÍTICAS A PINKER EN "RETRATOS DE LA VIOLENCIA"
En la novela gráfica "Retratos de la violencia. Una historia ilustrada del pensamiento radical", escrita por Brad Evans y Sean Michael Wilson, hacen una crítica a la teoría de Pinker de que la violencia ha descendido.
En el capítulo dedicado a Brad Evans, señalan los autores que "en su libro Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker defiende que, objetivamente, hay menos violencia en el mundo, pero no tengo claro que debamos cuantificar así la historia de la violencia. Me parece cuestionable porque privilegia el tópico de que la violencia es algo inalterable a lo largo de la historia"
Añade Brad que "hay mucha gente que hace un trabajo importante documentando las bajas en los conflictos y las guerras, recogiendo los "daños colaterales" de las últimas campañas y responsabilizando al poder. Ninguna vida debería ser colateral".
Finalmente concluye que "hay que evitar caer en la trampa metodológica que tiende Pinker, que es un intelectual con un sesgo político y ético". Y advierte que "estos intentos de reflexionar cuantitativamente sobre la violencia conducen a cálculos utilitaristas que justifican algunas formas de violencia. ¿Cuántos muertos son bastantes? ¿Podemos aceptar 1.000 muertes pero 1.001 serían demasiadas?"
Añade que las afirmaciones de Pinker son inexactas históricamente en lo que se refiere a la relación entre liberalismo y violencia. No está claro qué constituye realmente un acto de violencia política"
En el capítulo dedicado a Michael Foucault, indican que "intelectuales como Pinker dicen que nos hemos vuelto menos religiosos debido a nuestra madurez liberal, que el liberalismo y la paz van de la mano pero, a través de una lente foucaltiana, diríamos que es una lectura errada de las relaciones históricas entre el liberalismo y la violencia, y que ignora la biopolítica. La idea de que un mundo nuevo pueda construirse mediante la aplicación racional de la fuerza es específicamente moderna e informa las ideas... del pensamiento ilustrado radical. Y añade que los liberales a menudo se remiten a la humanidad para justificar su empleo de la fuerza militar, o que los ciudadanos se enfrentan a un peligro radical por las amenazas externas (terrorismo,cambio climático)
(en preparación)
En este caso, Pinker defiende la Ilustración (animado por las palabras de Hayek) de que este proyecto "ha funcionado" pero la razón, la ciencia y el humanismo han sido menospreciados pero él dice que "son una razón para vivir".
Pinker comienza su libro contando que en una conferencia habló de que la mente se rige por patrones neuronales pues no somos más que un conjunto de átomos y un joven se levantó y le preguntó: "Entonces [si todo está predeterminado], ¿por qué debería vivir?" El autor quiso escribir este libro para explicar que la razón es buena y de reafirmar los ideales de la Ilustración (también llamados humanismo, sociedad abierta y liberalismo cosmopolita o clásico). Recalca que ignorar los avances del progreso humano puede conducir a síntomas más graves que la angustia existencial: "Puede fomentar el cinismo de la gente en lo que atañe a las instituciones inspiridas en la Ilustración que están garantizando el progreso, tales como la democracia liberal y las organizaciones de cooperación internacional, alentando así alternativas atávicas".
El autor explica que los ideales de la Ilustración son productos de la razón humana, pero siempre en pugna con otras facetas de la naturaleza humana: la lealtad a la tribu, la deferencia hacia la autoridad, el pensamiento mágico o la culpabilización a los malhechores por los infortunios.
Recalca que en la segunda década del siglo XXI ha asistido al surgimiento de movimientos políticos que describen sus países como sociedades abocadas a una infernal distopía por facciones malignas a las que solo puede hacer frente un líder fuerte que retrotraiga enérgicamente al país a su pasado con el fin de hacerlo "grande de nuevo". En estos relatos, se hace hincapié en que la modernidad ha fracasado y todos los aspectos de la vida están sumidos en una crisis cada vez más profunda. Pinker dice que resulta más difícil hallar una concepción positiva que vea los problemas del mundo en un contexto de progreso sobre el que intente construir, solucionando a su vez dichos problemas.
El autor explica que la Ilustración surge en el siglo XVIII y que uno de los máximos exponentes es Kant y la máxima "atrévete a saber".
Señala que desde la década de 1960 se ha producido la quiebra de la confianza en las instituciones de la modernidad y la segunda década del siglo XXI ha asistido al surgimiento de movimientos populares que rechazan abiertamente los ideales de la Ilustración. Son tribalistas en lugar de cosmopolitas, autoritarios en lugar de democráticos, desdeñosos hacia los expertos en lugar de respetuosos hacia el conocimiento y nostálgicos de un pasado idílico en lugar de esperanzados respecto a un futuro mejor. No solo es populismo, dice Pinker.
Las críticas al proyecto de la Ilustración son que es una invención occidental, inapropiada para el mundo en toda su diversidad. El autor replica que cualquier humano, venga de donde venga, puede comprometerse con estas ideas que emanan de la propia razón humana. El autor recuerda que tras surgir la Ilustración tuvo su rápida respuesta: el romanticismo, que negaban que la razón pudiese separarse a la emoción, y glosaron la lucha heroica. En el siglo XXI apareció, "aunque parezca una locura", otra corriente de contrailustrados en un repertorio sorprendente de movimientos culturales e intelectuales de las élites.
Ideales contrailustrados del siglo XXI
1) La fe religiosa (elevan algún bien moral por encima del bienestar de los humanos, valorar las almas por encima de las vidas)
2) El nacionalismo (las personas son las células imprescindibles de un superorganismo (un clan, tribu, grupo étnico, religión, raza, clase, nación) y el bien supremo es la gloria de esta colectividad en lugar del bienestar de las personas que la integran). No tiene que ver con los ideales cívicos o la responsabilidad civil.
3) El ecosistema (el romántico movimiento verde no ve la captación humana de energía como una forma de resistir la entropía y promover la prosperidad humana, sino como un crimen atroz contra la naturaleza. La salvación pasaría por arrepentirnos y repudiar la tecnología y el crecimiento económico y volver a un modo de vida más sencillo).
4) El decadentismo A (lamenta nuestros escarceos prometeicos con la tecnología: contaminación, armas nucleares, ciberterror, bioterror, inteligencia artificial, nanotecnología y otras amenazas existenciales. Incluso si la civilización escapa a la aniquilación total le espera un mundo feliz orweliano y una distopía violenta e injusta).
5) El decadentismo B (se atormenta de que la vida es demasiado agradable y segura pues el capitalismo ha condenado a la gente a una vida atomizada, conformista, consumista, materialista, desarraigada, rutinizada y embrutecedora; lo que genera alienacion, anomia, apatía. La respuesta es el heroísmo sagrado y la violencia aristocrática)
Respecto a los pesimistas hay dos tipos: los pesimistas históricos temen la caída pero lamentan que seamos incapaces de detenerla / los pesimistas culturales dicen que de los escombros del colapso surgirá un nuevo orden que será superior.
6) La Segunda Cultura (condena y desdén hacia la ciencia; pone por encima la "gran literatura" por encima de "elevar el nivel de vida" de la población mediante la ciencia. La segunda cultura se refiere a las humanidades). Cita a Lewis.
El humanismo ilustrado, que defiende que el bien supremo radica en usar el conocimiento para fomentar el bienestar humano, "deja frío a la gente". El autor señala que a día de hoy se sigue creyendo que el mundo es un valle de lágrimas y que por eso hay que comenzar a defender y valorar la idea del progreso.
El autor también critica a los intelectuales porque "odian el progreso", incluidos los que se llaman a sí mismos "progresistas". No odian los frutos del progreso sino la idea de progreso: la creencia ilustrada en que nuestra compresión del mundo puede mejorar la condición humana. Critican la fe ciega en el mito de la marcha imparable del progreso inevitable. El autor cita el libro "La idea de la decandencia en la historia occidental", de Arthur Herman, que habla de los "profetas de la fatalidad" en los que incluye a Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger, Adorno, Benjamin, Marcuse, Paul-Sartre, Fanon, Foucault, Edward Said, Cornel West y otros "ecopesimistas". En "La historia de la idea de progreso", Robert Nisbet coincide en que "el escepticismo respecto al progreso intelectual ha crecido y se ha propagado entre la mayoría de los intelectuales del último cuarto del siglo XX y entre millones de occidentales".
Hay una "brecha del optimismo" (la gente cree que su situación mejorará pero no la de su país o la situación del medioambiente).
El autor cuenta que, pese al progreso, aún hay amenazas existenciales para el crecimiento económico y el buen nivel de vida. Cita el fanatismo religioso (islamistas radicales, sectas evangélicas) y el populismo entre ellas. Considera que la democracia ha avanzado en América, Europa y Asia pero se ha estancado en los países musulmanes, donde todavía sigue sin hacerse la separación entre Estado y religión ni se ha formado una sociedad laica como en el resto del mundo, por lo que estos países son los que figuran en las cotas más bajas de desarrollo humano y que el autor considera la base para una sociedad libre.
En cuanto al populismo, señala que un análisis estadístico sobre los votantes de Donald Trump (al que critica por su regresionismo) revela que la mayoría de los que le votaron no estaban muy preocupados por la Economía (ni por el empleo ni la deslocalización) como se pensaba sino que el presidente captó el voto de los menos formados y con menor nivel educativo. Por eso, ellos ven la inmigración como una amenaza. A ello se suma que los laicos se quedaron en casa sin votar mientras que los evangélicos y otros fundamentalistas religiosos cristianos (Tea Party) movilizaron a sus bases para ir a las urnas. También hay una mayor proporción de blancos protestantes que van a votar frente a otros segmentos poblacionales menos participantes.
Hay otro dato, dice el autor, y es que cada generación se hace más laica que la anterior. El laicismo está avanzando en los países más ricos y los "millennials" (nacidos entre 1980 y el 2000) son mucho más laicos que la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980) y todavía más que la generación "babby boom" (1947-1965) o la Generación Silenciosa (1929-1945).
El autor también habla de una Segunda Cultura.
Respecto al regresionismo, se produce una contradicción entre la tendencia general a progresar (el autor dice que no es fácil frenar una marea que dura dos siglos) y el regresionismo (políticas populistas o fundamentalistas que boicotean la igualdad de la mujer, los derechos humanos, la libre competencia, la redistribución de la riqueza o la asistencia pública)
El autor también afirma que se ha reducido la violencia y critica que se incluya como violencia, por ejemplo, las campañas publicitarias o el "bullyng" en los colegios, "algo de toda la vida". Cree que se está exagerando sobre lo que es violencia.
Respecto al cambio climático, admite que solo cuatro científicos entre 69.000 niegan el cambio climático pero la solución realista pasaría por imponer un impuesto al consumo de carbono (algo a lo que se oponen tanto los millonarios hermanos Koch como la activista Naomi Klein) porque así la gente tiene que elegir entre ducharse en agua caliente o coger el coche para hacer una excursión el domingo. La solución más factible, según Pinker, es montar centrales nucleares de cuarta generación porque no contaminan y generan enormes cantidades de energía de forma muy segura. Añade que el gas es lo menos contaminante que hay frente a quemar madera y que habría que plantar más árboles para captar el CO2 sobrante en la atmósfera y que aún sigue ahí. Dice que muere más gente por respirar carbón que por los accidentes nucleares (solo hubo tres, Chernobil, Pennsilvania y Fukuyama). Lo ve más factible que apostar por las alternativas como la energía eólica (el viento no sopla siempre) o solar (porque había que llenar países enteros de paneles solares). A ello se suma que la contaminación se ha reducido desde los tiempos del londres victoriano del siglo XIX y ahora.
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CRÍTICAS A PINKER EN "RETRATOS DE LA VIOLENCIA"
En la novela gráfica "Retratos de la violencia. Una historia ilustrada del pensamiento radical", escrita por Brad Evans y Sean Michael Wilson, hacen una crítica a la teoría de Pinker de que la violencia ha descendido.
En el capítulo dedicado a Brad Evans, señalan los autores que "en su libro Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker defiende que, objetivamente, hay menos violencia en el mundo, pero no tengo claro que debamos cuantificar así la historia de la violencia. Me parece cuestionable porque privilegia el tópico de que la violencia es algo inalterable a lo largo de la historia"
Añade Brad que "hay mucha gente que hace un trabajo importante documentando las bajas en los conflictos y las guerras, recogiendo los "daños colaterales" de las últimas campañas y responsabilizando al poder. Ninguna vida debería ser colateral".
Finalmente concluye que "hay que evitar caer en la trampa metodológica que tiende Pinker, que es un intelectual con un sesgo político y ético". Y advierte que "estos intentos de reflexionar cuantitativamente sobre la violencia conducen a cálculos utilitaristas que justifican algunas formas de violencia. ¿Cuántos muertos son bastantes? ¿Podemos aceptar 1.000 muertes pero 1.001 serían demasiadas?"
Añade que las afirmaciones de Pinker son inexactas históricamente en lo que se refiere a la relación entre liberalismo y violencia. No está claro qué constituye realmente un acto de violencia política"
En el capítulo dedicado a Michael Foucault, indican que "intelectuales como Pinker dicen que nos hemos vuelto menos religiosos debido a nuestra madurez liberal, que el liberalismo y la paz van de la mano pero, a través de una lente foucaltiana, diríamos que es una lectura errada de las relaciones históricas entre el liberalismo y la violencia, y que ignora la biopolítica. La idea de que un mundo nuevo pueda construirse mediante la aplicación racional de la fuerza es específicamente moderna e informa las ideas... del pensamiento ilustrado radical. Y añade que los liberales a menudo se remiten a la humanidad para justificar su empleo de la fuerza militar, o que los ciudadanos se enfrentan a un peligro radical por las amenazas externas (terrorismo,cambio climático)
(en preparación)